martes, 7 de octubre de 2014

Aspectos en astrología. La difícil convivencia de dos modelos teóricos distintos, pero no tanto.



Hay dos modelos distintos de relaciones entre planetas conviviendo en la teoría moderna de los aspectos, y debemos separarlos convenientemente para evitar enredarnos en complicaciones innecesarias. Podríamos decir, sin afinar demasiado, que en astrología se entiende por "aspecto" el modo en que los efectos de dos planetas se combinan o modifican mutuamente en función de los lugares que cada uno de ellos ocupa en el zodiaco en un momento dado. Si definimos la posición de cada planeta únicamente por el signo del zodiaco que ocupa estaremos usando el modelo de aspectos por signo. Si definimos la posición relativa de un planeta respecto de la posición de otro por el número de grados que los separa estaremos usando el modelo de aspectos por arco.

El modelo de aspectos por signo está prácticamente fuera de uso en la actualidad, salvo en la astrología india, que todavía lo conserva. François Labat (L'Astrologie nouvelle: essai de reconstitution de la véritable astrologie des Anciens, 1961) ha defendido que este fue el sistema de aspectos original, el más antiguo y consistente, y, en consecuencia, propone el abandono del sistema de aspectos por arco y su sustitución por el modelo de aspectos por signo. Este modelo es categorial, en el sentido de que los diferentes aspectos se constituyen a partir de las principales categorías usadas para clasificar los signos según su tipo. Estas categorías son la polaridad, el elemento y la modalidad. Según la polaridad, los signos se dividen en masculinos o diurnos y femeninos o nocturnos. Según el elemento, los signos pueden ser de fuego, de tierra, de aire o de agua. Y según la modalidad, los signos pueden ser cardinales, fijos o mutables



De acuerdo con esto, dos planetas están en:
  • CONJUNCIÓN, si están en el mismo signo o, lo que es lo mismo, si comparten polaridad, elemento y modalidad.
  • OPOSICIÓN, si ocupan signos que comparten polaridad y modalidad, pero no elemento.
  • TRÍGONO, si ocupan signos que comparten polaridad y elemento, pero no modalidad.
  • CUADRATURA, si ocupan signos que sólo comparten la modalidad.
  • SEXTIL, si ocupan signos que sólo comparten la polaridad
Si dos planetas están en signos que no comparten nada se dice que no se miran o que están inconjuntos, lo que equivale a decir que no hay aspecto entre ellos.

En este sistema no se tiene en cuenta la distancia en grados entre los planetas, sino solamente las categorías de las que participan según los signos que ocupan. Si se aceptan las categorías mencionadas y se entiende que cada planeta mezcla su naturaleza con la del signo que ocupa, se sigue naturalmente que dos planetas cualesquiera tendrán más o menos facilidad para sintonizar entre ellos dependiendo de los signos que ocupen. Si estos signos tienen buenas relaciones entre sí los planetas que los ocupan también las tendrán, o, al menos, verán mejoradas las posibilidades de tenerlas, y al contrario si las relaciones entre los signos son malas.

Este es un modelo esencialmente cualitativo montado sobre una estructura sectorial o territorial con límites perfectamente definidos. El planeta está en un signo o está en otro y, por tanto, formará un aspecto u otro o ninguno con cada uno de los demás planetas, pero nunca hará dos aspectos a la vez con el mismo planeta. Las relaciones son del tipo todo-o-nada, se dan o no se dan, sin matices ni graduaciones. El contexto (el signo) tiene prioridad sobre el planeta.

El modelo de aspectos por arco  se basa en la distancia en grados entre dos planetas o puntos importantes de una carta astral, con independencia de los signos que ocupan. Históricamente podemos distinguir tres fases en el desarrollo de este modelo. 

En la primera, que se deriva en línea recta del modelo anterior, se contemplan los mismos cinco aspectos clásicos, pero dando prioridad al planeta sobre el signo. Así, dos planetas están en sextil si la distancia entre ambos equivale a la extensión de dos signos (60º), en cuadratura si están a la distancia de tres signos (90º), en trígono si están a una distancia de cuatro signos (120º) y en oposición si están a una distancia de seis signos (180º). Si no hay distancia entre ellos se dice que están en conjunción (0º). Como muy rara vez la distancia entre dos planetas coincidirá exactamente con la extensión de un número entero de signos, se admite un margen de variación a ambos lados de esa distancia, conocido actualmente con el nombre de "orbe". En el primer modelo carecía de sentido aplicar a los aspectos el concepto de orbe, pero el término existió antes de que el segundo modelo se convirtiera en dominante. Originalmente se usaba para designar una propiedad de los planetas, no de los aspectos, que definía hasta donde se estimaba que alcanzaba la influencia de sus rayos circularmente en torno del astro, y que era distinta para cada planeta. Más tarde, el término "orbe" fue aplicado directamente a los aspectos, siendo también diferente para cada uno. Actualmente algunos astrólogos combinan ambos criterios y determinan el orbe de un aspecto tanto en función del arco como de los planetas que lo conforman. La introducción del concepto de "orbe" conduce inmediatamente al surgimiento de varios conceptos relacionados. Se habla de "aspecto aplicativo" cuando el planeta más rápido se encuentra en la parte del orbe anterior al punto de aspecto exacto, es decir, cuando el orbe disminuye progresivamente y la intensidad del aspecto va en aumento. Se dice que un aspecto es partil cuando es totalmente exacto, o bien, tal como lo usan algunos, cuando es exacto dentro de un grado. Y se habla de aspecto separativo cuando el planeta más rápido se encuentra en la parte del orbe posterior al punto de aspecto exacto, es decir, cuando el orbe aumenta progresivamente y la intensidad del aspecto va disminuyendo. Por tanto, ya no estamos ante aspectos del tipo todo-o-nada, sino ante procesos graduales de formación y disolución de aspectos cuyos umbrales son difíciles de establecer. 

En una segunda fase, Kepler, que no creía en los signos, pero sí en los arcos, acabó con esta dependencia del modelo anterior y decidió que los aspectos debían determinarse por criterios geométricos. El punto, la recta (el diámetro), el triángulo, el cuadrado, el pentágono, el hexágono y algunas otras figuras inscritas sobre el círculo zodiacal partiendo de la posición de un planeta, determinarían los lugares de aspecto. Irrumpen así los aspectos keplerianos derivados de la división del círculo en cinco o en diez partes iguales: el quintil (72º) y el biquintil (144º), el decil (36º) y el tridecil (108º); y los derivados de la división en ocho partes: la semicuadratura (45º) y la sesquicuadratura (135º).  Morin de Villefranche añadiría el semi-sextil (30º) y el quincuncio (150º), derivados de la división del círculo en doce partes iguales, como aspectos de pleno derecho.

En la tercera fase, con John Addey entra en escena un modelo ondulatorio de los aspectos basado en resonancias armónicas que se inspira en Pitágoras, Kepler y las shodasavargas de la astrología védica. En este modelo dos planetas están es aspecto si su distancia en grados equivale al resultado de dividir el círculo por cualquier número entero o a un múltiplo de ese resultado. Cada número entero, al ser utilizado como divisor del círculo, genera tantos puntos de aspecto como indique el número del divisor. El 1 genera un único punto de aspecto, ocupado por la conjunción clásica, entendida como aspecto de 360º. El 2 genera dos puntos de aspecto: el primero queda ocupado por la oposición clásica (180º) y el segundo de nuevo por la conjunción (180º x 2). El 3 genera tres puntos de aspecto: los dos primeros se corresponden con los clásicos trígonos (120º y 120º x 2) y el tercero de nuevo con la conjunción (120º x 3). El 4 genera cuatro puntos de aspecto, a intervalos de 90 grados: el primero y el tercero se corresponden con las cuadraturas tradicionales, el segundo de nuevo con la oposición y el cuarto una vez más con la conjunción. Y así sucesivamente. Como acabamos de ver, cada división puede contener diferentes aspectos y cada aspecto puede obtenerse a partir de diferentes divisores. Así, la conjunción se obtiene a partir de la división del círculo por cualquier número entero, la oposición a partir de la división por cualquier número par, el trígono a partir de la división por cualquier múltiplo de 3, la cuadratura a partir de la división por cualquier múltiplo de 4. Y así sucesivamente.

También aquí se contempla la noción de orbe, pero aplicada exclusivamente a los aspectos. Los orbes son inversamente proporcionales al divisor del círculo que define el aspecto. Se parte de un orbe bastante generoso para la división por 1 (conjunción): 12º, 15º o más grados a cada lado del punto de aspecto exacto. A partir de ahí, el orbe de los demás aspectos se obtiene dividiendo el orbe de la conjunción por el número del divisor más bajo que genera cada aspecto. El divisor más bajo que genera la oposición es el 2; por tanto, a la oposición le corresponde la mitad del orbe de la conjunción. El trígono lo encontramos por primera vez al dividir el círculo por 3; por tanto al trígono le corresponde la tercera parte del orbe de una conjunción. Y así sucesivamente. De acuerdo con esto, la afirmación hecha más arriba de que la conjunción se obtiene a partir de la división del círculo por cualquier número entero sólo es verdadera cuando la conjunción es exacta. De otro modo, antes o después quedará fuera de orbe. 

Como los números enteros son infinitos y cada uno de los sucesivos números enteros divide el círculo en porciones cada vez más pequeñas y más numerosas, resulta que, si nos tomamos esta definición al pie de la letra, cualquier distancia angular entre dos planetas acabará antes o después formando un aspecto en alguna división. Addey asume esta consecuencia y no sólo no ve motivos para preocuparse por ella sino que la considera, más bien, una virtud añadida a su modo de entender los aspectos. Lo que a Addey le parece inconcebible es la idea de que dos planetas puedan estar "incomunicados", como sería el caso si no hubiera ningún aspecto entre ellos. Pero si no queremos que la palabra "aspecto" acabe por no significar nada debemos encontrar alguna manera de distinguir unos arcos de otros por sus cualidades o por su intensidad. Addey postula que la cualidad de un aspecto depende del número usado como divisor del círculo para generarlo. Para dotar a los números de significado recurre a la numerología pitagórica y a la cábala medieval. Asigna, así, al número 9 el significado de plenitud y final de un ciclo y esto le lleva a considerar que los significados más importantes de los números están contenidos en los nueve primeros. Los aspectos resultantes de divisiones del círculo por números mayores que el nueve pueden remitirse a alguno de los nueve primeros a través de series o familias de aspectos basadas en cadenas de múltiplos. Así, por ejemplo, un aspecto de 22º 30' es generado por la división del círculo en 16 partes iguales. El 16 puede remitirse al 8, al 4 o, en último término, al 2, porque 16 es igual a 4 x 4 y a 2 x 8. Esto no cubre todo el espectro, porque los números primos mayores que nueve son irreductibles a ningún número anterior, pero nos da la oportunidad de no partir de cero en la investigación de una gran cantidad de aspectos nuevos.

La cuestión es ¿dónde nos detenemos? Porque es evidente que no podemos ampliar indefinidamente el número de los aspectos ascendiendo sin parar por la escalera infinita de los divisores enteros del círculo. Esto no sólo es inviable en la práctica sino que, además, conlleva otra dificultad. Los nuevos aspectos añadidos a partir de divisores cada vez mayores no tardarán en caer dentro del orbe de los aspectos generados por los divisores menores. El solapamiento de los orbes puede ser esquivado por algún tiempo usando orbes cada vez más pequeños, pero sólo puede evitarse por completo reduciendo a cero el orbe de la conjunción, es decir, eliminando los orbes. De lo contrario, antes o después nos encontraremos con arcos correspondientes a dos o más aspectos a la vez. Esto no ha pasado inadvertido a los partidarios de las teorías más restrictivas de aspectos y algunos de ellos lo presentan como una contradicción que necesariamente invalida la idea de que el círculo pueda ser dividido con sentido por muchos más números que los contemplados por la teoría clásica. Sin embargo, no estamos propiamente ante una contradicción inherente a una forma determinada de entender los aspectos, sino, más bien, ante una crisis de pareja entre dos modelos teóricos diferentes que han convivido por mucho tiempo bajo el mismo techo, pero que ya han llegado a un punto en el que sus caminos no convergen más y se impone una separación amistosa. Uno de estos dos modelos es el de los aspectos por signo, que enlaza los planetas indirectamente a través del contexto (signo), es categorial, cualitativo, basado en analogías visuales y corpusculares, con transiciones bruscas tipo todo-o-nada que están a la base de dicotomías excluyentes: "hay aspecto/no hay aspecto", "hay este aspecto y no otro". El otro modelo corresponde a la tercera fase de los aspectos por arco, que enlaza los planetas directamente a través de sus posiciones recíprocas (arco), está basado en analogías auditivas y ondulatorias, con transiciones graduales y patrones de vibración que no se excluyen mutuamente, sino que guardan entre si relaciones armónicas y suman o restan las ondas de los diferentes patrones con los que puede sintonizar un mismo arco.

Aunque históricamente la evolución desde el primer modelo hasta la tercera fase del segundo se ha desarrollado gradualmente a través de las dos fases intermedias, cada vez está más claro que cada enfoque habla de algo diferente. Y el solapamiento de los orbes marca el punto a partir del cual ya no pueden seguir avanzando juntos. Consideremos un ejemplo. Supongamos que tenemos una carta astral con el Sol a 3º 22' de Piscis y la Luna a 13º 34' de Cáncer. El arco Sol-Luna mide 130º 12'. De acuerdo con el primer modelo de aspectos por signo, el Sol y la Luna están en trígono, porque cada uno de ellos ocupa un signo diferente del mismo elemento. De acuerdo con las versiones más antiguas del modelo de aspectos por arco, se podría conceder un trígono con 10º 12' de orbe, dado que el orbe para los aspectos entre las luminarias se estimaba en unos 11º 30', pero pocos astrólogos modernos estarían dispuestos a aceptar un orbe tan amplio para un trígono. El veredicto de un programa de cálculos astrológicos actual, configurado con las opciones por defecto, sería que no hay ningún aspecto entre el Sol y la Luna en esta carta. Si nos aventuramos a probar con divisiones armónicas del círculo, encontramos que (360 / 11 ) x 4 = 130º 54', un aspecto de la serie del 11 que podemos denominar tetraoncil o algo parecido. La diferencia entre este aspecto y nuestro arco Sol-Luna es de 0º 42'. Si asignamos a la conjunción un orbe de 12 grados, a los puntos de aspecto derivados de la división del círculo en 11 partes iguales les corresponderá un orbe de 1º 05'. Por consiguiente, el arco Sol-Luna está dentro del orbe del tetraoncil y puede ser interpretado combinando los significados de estos dos planetas con el significado del número 11. Este es un número primo que no puede reducirse a ninguno de los 9 primeros, pero ya hay alguna investigación hecha sobre él. Se le asocia con excesos y con transgresiones, con el deseo de experimentar cosas nuevas y con el espíritu de aventura. Pero si vamos un poco más lejos, encontramos que (360 / 36) x 13 = 130º, que sólo se diferencia en 0º 12' de nuestro arco Sol-Luna. Con 12 grados de orbe para la conjunción, un aspecto derivado de la división del círculo por 36 deberá tener un orbe de 0º 20'. Tenemos, por tanto, un segundo aspecto dentro de orbe, que ahora debe interpretarse combinando los significados de las luminarias con los del número 36. Puesto que 36 es igual a 9 x 4, podemos inferir que un aspecto de esta serie indicará plenitud alcanzada a través de un esfuerzo. Pero los dos aspectos se forman entre los mismos planetas, y esto es lo que a los partidarios de los sistemas de aspectos más simples les parece tan intolerable como afirmar que un planeta se encuentra en dos lugares a la vez. La situación se ilustra gráficamente en la figura 1, que muestra cómo el Sol y la Luna se vinculan entre sí simultáneamente a través de un patrón de ondas de once crestas y otro de treinta y seis.

Figura 1

En un modelo ondulatorio dos patrones de ondas con diferentes frecuencias suman su intensidad allí donde coinciden dos crestas y la restan donde una cresta coincide con un valle. Por tanto, los dos aspectos suman aquí sus fuerzas y producen algo más intenso que si sólo estuviera uno de los dos. No tenemos que desechar uno de los dos aspectos, porque ninguno de los dos desplaza al otro. No hay que elegir entre leche o café, porque lo que tenemos aquí es café con leche. Y eso no supone ningún tipo de contradicción, aunque requiere algún entrenamiento hasta aprender a combinar las cosas en las debidas proporciones. 

¿Y qué hacemos con el trígono por signo? ¿ese sí debe ser desechado o podemos tomarlo como el azúcar para el café con leche? Eso depende del valor que le demos a los signos y a los modos en que estos se clasifican. Si los consideramos exactos y valiosos, entonces el trígono por signo vendría a ser más bien la taza, el recipiente en el que se realiza la mezcla. En este caso, crearía las condiciones favorables para que los otros dos aspectos y los planetas que los conforman integren sus energías y significados de la manera más armoniosa posible. Pero podemos pensar en un escenario completamente diferente. Por ejemplo, un planeta a 0º 30' de Aries y otro a 29º 30' de Cáncer están separados por un arco de 119 grados que corresponde a un trígono dentro de un grado de orbe; pero el aspecto por signo es una cuadratura. Entonces podría darse una situación parecida a la tragedia de Romeo y Julieta. Los planetas mantienen entre sí una buena relación por arco, están enamorados (trígono, análogo a casa V), pero pertenecen a familias que están enemistadas (signos en cuadratura). Por eso la tendencia natural del aspecto por arco no encuentra condiciones favorables para su realización. Combinando los dos modelos obtenemos una imagen más exacta de la situación que excluyendo uno de los dos. Y con esto no estoy proponiendo nada nuevo, porque esta combinación de relaciones entre planetas basadas en los signos que ocupan y relaciones basadas en el arco que los separa ha cristalizado ya en la astrología en la conocida distinción entre aspectos plenivalentes y aspectos no plenivalentes. Si el aspecto por signo y el aspecto por arco son el mismo se dice que el aspecto es plenivalente; en caso contrario es no plenivalente. Pero esta distinción sólo vale para los aspectos clásicos y es propia de las primeras fases intermedias de la evolución de la teoría de los aspectos, en las que todavía podían convivir más o menos apaciblemente una al lado de la otra las dos formas de entenderlos. De hecho, es fruto del intento de hacer posible esa convivencia. Pero tan pronto como rompemos el marco zodiacal que estructura la eclíptica en sectores de 30 grados y acoge de manera natural los aspectos clásicos, porque surgieron de ese mismo marco, los dos modelos ya no pueden seguir caminando juntos por más tiempo. No hay sitio en el viejo edificio para las nuevas generaciones de aspectos, que deben independizarse y buscarse un nuevo hogar.

Todavía en la forma en que John Addey trata su propia teoría de los aspectos y en su diseño de una carta armónica se aprecia el lastre de los modelos anteriores, de los que nunca pudo, supo ni quiso desembarazarse del todo. Está pendiente la coronación del impulso que condujo hasta los armónicos en una nueva fase que prescinda del zodiaco y de los aspectos clásicos y sustituya todo eso por divisiones de la eclíptica a la medida de las nuevas series de aspectos y a los aspectos mismos por patrones ondulatorios o familias de secuencias rítmicas. Algo se ha avanzado ya en esa dirección, porque los diales de Ebertin, Wangemann, Landscheitdt y otros son básicamente cartas de los armónicos 4, 12 y 48 sin signos ni casas, pero ninguno de ellos ha generalizado el procedimiento ni lo ha presentado en el marco de una visión sistemática de la totalidad de los armónicos.

Aparentemente, los aspectos surgieron de los signos del zodiaco y de las categorías usadas para formar grupos de signos con características comunes, pero poco a poco se fueron independizando de sus ancestros y engendraron sus propios hijos. Sin embargo, si consideramos el asunto con más detenimiento nos daremos cuenta de que las divisiones armónicas de última generación son más antiguas que los propios signos y sus categorías o, al menos, lógicamente anteriores. En efecto, en el cielo hay planetas y estrellas, pero no hay divisiones naturales de 30 grados. Para introducir estos signos de igual tamaño hay que dividir el círculo de la eclíptica por un número entero, en este caso el 12. Esta operación coincide con el primer paso que se da para construir una carta del armónico 12, pero después toma otro camino: asigna una cualidad diferente a cada una de las partes y da un nombre propio a cada una de ellas. No es todavía una división armónica propiamente dicha, porque lo que caracteriza a una división armónica es que reproduce en las partes la estructura del todo. ¿Por qué se usó el número 12 para dividir la eclíptica en partes iguales? La hipótesis más verosímil es que esto se hizo porque en el tiempo que el Sol emplea en dar una vuelta completa a la eclíptica (un año) se encuentra con la Luna doce veces. Pero el ciclo sinódico lunar cabe 12,37 veces en un año, de modo que algunos años tendrán trece lunas nuevas. Parece que la división por 12 no es más que una simplificación, un redondeo al entero más cercano para organizar el calendario en doce meses por año. Pero si sólo es eso, entonces los límites exactos de los signos y hasta su existencia misma se vuelven muy cuestionables, a menos que los antiguos astrólogos tuvieran algún conocimiento de las propiedades armónicas de los ciclos. Las evidencias de que lo tenían son muchas.

En el Astronomicon de Marcus Manilius, compuesto hace más de dos mil años, podemos leer:
"observa ahora un hecho (...) que solamente puedo designar con el nombre original griego: la Dodecatemoria. (...) los Signos están formados por 30 grados cada uno. Estos los dividimos en 12 partes: el resultado será de 2 ½ grados cada parte. La Dodecatemoria viene indicada por este valor, y hay por tanto 12 Dodecatemorias en cada Signo. El Creador del mundo ha atribuido otras tantas a los brillantes Signos, para que la combinación pueda ser alterna, y que el universo se asemeje a sí mismo, y que todos los signos se incluyan en cada uno de ellos, de modo que el cuerpo esté en armonía mediante esta combinación y que el control mutuo exista como razón común de todos.
[Marcus Manilius, Astronomicon, 678 y ss. —negritas mías].
Aquí están ya presentes todos los principios de la construcción de las cartas armónicas: la división del círculo en partes iguales y la reproducción de la estructura del todo en cada parte. La única diferencia con una carta del armónico 12 al estilo de Addey es que en las Dodecatemorias el primer sub-signo de cada signo no es siempre Aries, sino que coincide con el Signo mayor en el que se aloja, y, a partir de ahí, sigue la secuencia zodiacal normal. Las Dodecatemorias son aún más sofisticadas que una carta armónica simple, porque en ellas va implícita la idea de que cualquier signo podría ser tomado como el primero del zodiaco. Si hacemos comenzar el zodiaco, por ejemplo, en Capricornio, el primer sub-signo del armónico 12 será Capricornio, el segundo Acuario, y así sucesivamente. Y lo mismo con los demás signos. Por tanto, cada Dodecatemoria es uno de los ladrillos de construcción de un complejo artefacto que combina en una misma carta fragmentos de doce cartas armónicas distintas calculadas desde diferentes puntos de origen.

En la misma obra, Manilius nos presenta una versión de los Decanatos que coincide completamente con la forma en que se estructura el zodiaco en una carta moderna del tercer armónico. Primero se divide el círculo en tres partes iguales de 120 grados cada una y luego se aloja en cada parte un zodiaco completo, partiendo siempre desde Aries y siguiendo la secuencia natural, a razón de un signo cada diez grados. Subyace aquí la idea de que cada tercio del año reproduce a escala menor el año entero y esa misma idea está también implícita en la clasificación de los signos por elementos. La organización del Zodiaco en los Cuatro Elementos también comienza dividiendo la eclíptica en tres partes iguales, pero en lugar de alojar un zodiaco en cada parte se instala en ella una secuencia elemental: Fuego, Tierra, Aire y Agua. Cada tercio del año reproduce las cuatro partes del año. En las Modalidades, también conocidas como Cualidades o Impulsos, primero se divide el círculo en cuatro partes iguales y después se aloja en cada parte una triple secuencia cualitativa. Y en las Polaridades o Sexos se divide primero en seis y después en dos.

Por tanto, son los principios de división armónica los que organizaron el zodiaco en los Elementos, Impulsos y Polaridades, de los que se derivaron luego los aspectos. Lo único que hace la Teoría de Armónicos moderna es ahorrarles a los aspectos ese rodeo y derivarlos directamente de las divisiones armónicas. De ese modo se abre ante nosotros un vasto territorio de exploración y, con él, numerosas incógnitas e incertidumbres. ¿Hasta dónde podemos ascender por la escalera de los números enteros usados como divisores del círculo?, ¿Cómo interpretar las nuevas series de aspectos?, ¿Qué peso o importancia podemos atribuir a los aspectos derivados de divisores altos?, y muchas otras.

Un aspecto clásico visto a través de las lentes de aumento de una cadena relativamente amplia de divisores armónicos aparece como un tejido con la forma de una confederación de micro-aspectos y presenta una curiosa propiedad que podemos denominar "el centrifugado de los puntos de aspecto". Esto consiste en lo siguiente. Imagine que dispone de una "carta astral virgen", es decir, de una copia impresa de un círculo graduado que contiene solamente un zodiaco, y se propone marcar sobre ella los puntos de aspecto correspondientes a unos cuantos divisores enteros, empezando por el 1 y avanzando por orden de unidad en unidad. El primer punto de aspecto y el único que contiene la primera serie lo marcaremos a cero de Aries, dibujando, por ejemplo, un pequeño círculo a la altura de ese grado por la parte exterior de la carta. La división por 2 genera dos puntos de aspecto, el cero de Aries, que es común a todas las series, y el cero de Libra. Dibujamos una segunda marca en cero de Aries y una nueva en cero de Libra. La división por 3 dejará marcas a cero grados de cada signo de Fuego, la división por 4 a cero grados de cada signo cardinal, la división por cinco a intervalos de 72 grados, y así sucesivamente. Cuando haya completado las 12 primeras series, tendrá 12 marcas en 0º de Aries (conjunción), 6 en 0º de Libra (oposición), 4 en 0º de Leo y otras 4 en 0º de Sagitario (trígonos), 3 en 0º de Cáncer y otras 3 en 0º de Capricornio (cuadraturas), 2 en 12º de Géminis, 24º de Leo, 6º de Escorpio y 18º de Capricornio (quintiles y biquintiles) y otras 2 en 0º de Géminis y 0º de Acuario (sextiles). Además habrá otras 34 marcas individuales diseminadas a lo largo del círculo, pero ninguna de ellas quedará demasiado cerca de los puntos donde se han acumulado mayor número de marcas (figura 2).

Figura 2

Como norma general, cuantas más marcas se acumulen en un determinado punto menos marcas se acumularán en las zonas inmediatamente adyacentes. La figura 2 representa el modo en que se distribuyen las 78 marcas de las 12 primeras series sobre un total de 46 puntos de aspecto. Los grados que son puntos de aspecto en mayor número de divisiones son los que coinciden con los que la teoría clásica considera aspectos mayores, con el añadido de los quintiles y biquintiles. A ambos lados de estos aspectos mayores aparecen zonas vacías, como si hubieran sido despejadas por un efecto de centrifugado de puntos de aspecto que se van acumulando cerca de los bordes exteriores de esas zonas. A medida que seguimos añadiendo nuevas series de puntos de aspecto, las zonas vacías van reduciendo su tamaño y acabarían por desaparecer si continuáramos añadiendo series indefinidamente. Pero así como el oído humano no puede captar frecuencias por encima o por debajo de ciertos valores de hertzios, es de esperar que las seies de aspectos se vuelvan ineficaces más allá de ciertos límites. Mi propia investigación experimental en el campo de la sinastría ha arrojado ciertos resultados que sugieren que esos límites existen y dan pistas muy concretas de dónde pueden estar.

En el artículo titulado Orbes heliocéntricos y formación de parejas, donde analizo algunos detalles de la comparación de las cartas natales de cerca de tres millares de matrimonios, he registrado datos sobre conjunciones partiendo de un orbe muy amplio, de 13º 20'.  Después probé a dividir este orbe en dos partes iguales y observar por separado las conjunciones entre 0º y 6º 40' y las conjunciones entre 6º 40' y 13º 20'. Al hacerlo de esta manera se hizo evidente que había más actividad (más contactos entre planetas de los dos miembros de cada pareja) en la zona de conjunciones de orbe más estrecho. Esto es lo que cualquier astrólogo hubiera esperado que sucediera, porque se asume que cualquier aspecto será tanto más fuerte cuanto más cerrado sea el orbe. Entonces di un paso más, y decidí dividir también en dos partes iguales las conjunciones de orbe estrecho, observando por separado las conjunciones entre 0º y 3º 20' y las conjunciones entre 3º 20' y 6º 40'. Y aquí me llevé una sorpresa, porque la actividad registrada era claramente superior entre 3º 20' y 6º 40', prácticamente con todos los planetas y con independencia de si usaba posiciones geocéntricas o heliocéntricas. En los 3º 20' inmediatamente antes o después del punto de conjunción exacta no se observaba nada por encima de lo normal, parecía un área inactiva, y el efecto era demasiado persistente en esa muestra como para atribuirlo a la casualidad. Esto es lo contrario de lo que la forma convencional de pensar en los aspectos permitía esperar. Ante resultados como éste,  la teoría clásica de los aspectos se queda demasiado corta y enmudece de perplejidad, pero la teoría armónica de los aspectos puede al menos proponer alguna explicación.



Figura 3
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La parte superior de la figura 3 muestra la distribución de los puntos de aspecto correspondientes a las 108 primeras divisiones armónicas desde unos 10 grados antes del punto de conjunción hasta unos 10 diez grados después. La parte inferior de la figura sólo es una ampliación de la mitad derecha del mismo espectro mostrado arriba. Se aprecia claramente el efecto de centrifugado de los puntos de aspecto al que me he referido antes. En el lugar exacto de la conjunción se acumulan 108 puntos que conforman la línea central, pero en los 3º 20' inmediatamente anteriores o posteriores no hay absolutamente ningún otro punto de aspecto. Sin embargo, pasado ese límite los puntos de aspecto no se distribuyen de manera homogénea, sino que se aglomeran muy cerca del límite, como si hubieran sido empujados desde las zonas vacías unos contra otros. De este modo se acumulan más puntos de aspecto entre los 3º 20' y los 6º 40' que de ahí en adelante y, por supuesto, muchos más que entre 0º y 3º 20', donde solamente hay uno, aunque sea muy intenso. Esto puede explicar muy bien por qué en mi investigación sobre aspectos en parejas se detectó mucha actividad entre 3º 20' y 6º 40', menos entre 6º 40' y 13º 20' y prácticamente ninguna entre 0º y 3º 20', pero sólo si suponemos que, al menos en lo que concierne a las relaciones de pareja, el límite máximo de divisiones del círculo eficaces está en torno a unos 108 armónicos.

Este efecto de centrifugado de los puntos de aspecto también se observa en los alrededores de la oposición, del trígono y de la cuadratura, pero con áreas vacías proporcionalmente menores y puede ayudar a entender por qué prácticamente en ninguna investigación estadística sobre aspectos se observan máximos coincidentes con aspectos partiles. Por ejemplo, Robert Hand, en su libro Los símbolos del horóscopo, p. 123, comenta a propósito de los orbes:
Ciertas investigaciones indican que el efecto vinculante culmina un poco antes del punto de exactitud, mientras que en el trabajo presentado por Gary Duncan, de California, en la convención AFA de 1976 se indica que en el caso de las cuadraturas, por lo menos, la vinculación máxima se da a veces después del punto exacto. Y el trabajo con armónicos sugiere que es probable que la intensidad no decline de forma lineal, sino que el efecto vinculante se eleve y descienda en diversos puntos a medida que el aspecto se va moviendo hasta salir del orbe.
En efecto, tanto el análisis teórico de la combinación de patrones de ondas como los resultados experimentales disponibles sugieren que la distribución de la intensidad dentro de la franja considerada habitualmente como el orbe apropiado para un aspecto mayor es probable que se parezca más a la curva azul de la figura 4 que a la curva roja. Esta última representa el modo en que se suele pensar en el orbe de un aspecto, porque parece lógico que la intensidad aumente progresivamente hasta el punto de exactitud y luego decline de la misma forma. Y en efecto, así es como cabe esperar que sucedan las cosas dentro de un patrón de ondas aislado de todos los demás, pero como los diferentes patrones o trenes de ondas se afectan mutuamente y en las zonas correspondientes a los aspectos mayores se da el fenómeno de centrifugado de puntos de aspecto, en la práctica encontraremos distribuciones más parecidas a la línea azul.


Figura 4

De hecho, la misma tradición astrológica nos ha legado un esquema muy parecido a éste, en lo que se refiere a las conjunciones del Sol, porque, como nos recuerda Demetrio Santos, se dice que "un planeta está combusto cuando está a menos de 3 grados de distancia angular del Sol" (Textos astrológicos medievales, Madrid, 1981, p.243), y Nicholas Devore, aunque se hace eco de otras opiniones que extienden la combustión hasta los 8º30', añade: "El efecto característico al que se aplica el término probablemente se reduce dentro de un arco de 3º" (Enciclopedia astrológica, Buenos Aires, 1972, p. 107). Ese efecto característico consiste en que el planeta que se encuentra a menos de tres grados del Sol queda "perjudicado", como quemado por sus rayos, y aunque no deja de actuar, lo hace de una manera poco receptiva, rígida e independiente de la visión integradora solar. De este modo funciona como si no estuviera en aspecto con el Sol, pero si se acerca a menos de 0º 17' del Sol, se dice entonces que el planeta está Cazimi, es decir, en el corazón del Sol, y entonces, curiosamente, deja de quemarlo y perjudicarlo y lo eleva a una gran dignidad real que le hace funcionar del modo más excelso. Por unos cuantos grados más allá de la zona de combustión se dice que el planeta está "bajo los rayos", y ahí funciona como estando en conjunción normal con el Sol. Si compara la figura 5 con la línea azul de la figura 4 apreciará la gran similitud del esquema tradicional de las conjunciones solares con el modelo de orbes de suma de ondas a la altura de 108 armónicos.


Figura 5

Una vez que un planeta entra dentro del orbe de conjunción con el Sol se aprecia un vínculo entre ambos que se mantiene hasta que la distancia baja de unos 3 grados; entonces el planeta "se desconecta" del Sol por un tiempo y vuelve a conectarse súbitamente con él y del modo más impresionante cuando la distancia se reduce por debajo de los 17 minutos de arco. Es exactamente lo que predice la teoría de la suma de ondas si le ponemos un límite cercano al centenar de series, porque entonces habrá un primer pico poco antes de los tres grados, intenso pero algo disperso, ya que muchos puntos de aspecto se acumulan en la misma zona, pero no en el mismo lugar. Después entraremos en una zona de sombra, en la que no se aprecian resonancias ni vínculos, hasta que la conjunción sea partil. En ese momento se disparará súbitamente la intensidad del vínculo, tras la calma que precede a la tormenta, y luego decaerá abruptamente por unos tres grados. Finalmente se formará otro pico de intensidad similar a la del primero.

Parece que el esquema tradicional de las conjunciones solares —atribuido a la acción de sus rayos sobre otro planeta con dudosa lógica, porque si a tres grados se quema a cero tendría que abrasarse— ha sido una anticipación del complejo modelo de variación de intensidad en el interior del espacio del orbe de los aspectos mayores que se deriva de la lógica de los armónicos. Pero el modelo de los aspectos desde el punto de vista de la Teoría de los Armónicos no se apoya en la luz, sino en el sonido. Su referencia mística es la pitagórica música de las esferas. Por tanto, no es una cuestión de rayos, sino de vibración y lo que importa no es la luz, sino la distancia. Si la luz fuera tan decisiva, los planetas situados por debajo del horizonte no nos afectarían. Pero así como podemos escuchar a una persona que nos habla desde el otro lado de una puerta, aunque no podamos verla, podemos sintonizar con los planetas que están debajo del horizonte aunque no nos llegue su luz. No puede entonces extrañarnos que el mismo esquema general de variaciones de intensidad que los antiguos astrólogos detectaron en torno al Sol y sus conjunciones pueda trasladarse también a otros planetas y otros aspectos. Tenemos ya alguna evidencia empírica de que esto es así, por lo menos en el caso de las conjunciones y en el campo de la sinastría, pero falta aún mucha investigación adicional para poder asegurar que algo semejante sucede también con otros aspectos y en otros campos. En teoría, una investigación minuciosa debería detectar estas áreas silenciosas inmediatamente antes y después del punto de aspecto exacto también en las oposiciones, los trígonos y las cuadraturas, pero en cada uno de estos aspectos las zonas de inactividad deben ser proporcionalmente menores, la mitad de grados para la oposición, un tercio para el trígono y la cuarta parte para la cuadratura. Así, cada vez quedan más cerca del punto de aspecto exacto y se prolongan por menos tiempo, de modo que hay que hilar muy fino para organizar un método de análisis capaz de detectarlas.

Lo fundamental es que nos demos cuenta de que dentro del orbe de los aspectos mayores habitan muchos aspectos diferentes en cualidad, en número y en intensidad, que sólo se hacen visibles mirados a través del microscopio de los armónicos, en sucesivas ampliaciones. Todas las ciencias naturales han progresado así, penetrando cada vez más profundamente en la estructura íntima de la materia, sus células, moléculas, átomos y partículas subatómicas. Los armónicos nos brindan la oportunidad de estudiar la composición interna de los aspectos clásicos y de descubrir aspectos nuevos dentro y fuera de ellos. Para avanzar por este camino se necesitan instrumentos adecuados, como las cartas armónicas, incorporadas ya prácticamente a todos los programas de cálculos astrológicos de mediana complejidad, o los armogramas, disponibles en el programa Armon de Miguel García. Se echaba en falta, no obstante, una utilidad rastreadora de aspectos de amplio espectro, pero gracias a Sylvia de Ayala (webmaster de Carta Natal online), que ha tenido la amabilidad de atender una sugerencia mía al respecto, disponemos ahora de un explorador de aspectos, prácticamente sin límite de series.

El funcionamiento de esta utilidad es bastante sencillo, siempre que se tengan claros los conceptos básicos. Es necesario, pues, comenzar aclarando qué entendemos aquí por "serie de aspectos", porque la expresión ha sido empleada con un sentido diferente por otros autores. David Hamblin hace notar que todos los armónicos que forman una cadena de potencias a partir de un número primo constituyen una serie. La serie del Dos está formada por los números 2, 4 (2 x 2), 8, (2 x 2 x 2), 16 (2 x 2 x 2 x 2), etcétera, la serie del Tres incluye los números 3, 9 (3 x 3), 27 (3 x 3 x 3), 81 (3 x 3 x 3 x 3), etcétera. Y así sucesivamente con los demás números primos. No habla de series de aspectos, sino de series de armónicos, pero, como cada armónico lleva asociado un grupo de aspectos, Robert Hand da el paso siguiente y decide clasificar los aspectos más utilizados en dos categorías. Escribe Hand:
"Excepción hecha de la conjunción, a todos los aspectos comúnmente usados se los puede clasificar de acuerdo con que estén basados en múltiplos de dos o de tres. (...) La familia de aspectos basados en la división del círculo por dos incluye la oposición (1/2), la cuadratura (1/[2 x 2] o 1/4), la semicuadratura (1/[2 x 2 x 2] o 1/8) y la sesquicuadratura (3/8), así como todos los múltiplos de 22,5º (1/[2 x 2 x 2 x 2] o 1/16). Yo los llamo "aspectos de la serie del dos" o "aspectos duros". (...) La familia de los aspectos basados en la división del círculo por tres incluye el trígono (1/3), el sextil (1/[3 x 2] o 1/6), el semisextil (1/[3 x 2 x 2] o 1/12) y el quincuncio (5/12). Yo los llamo "aspectos de la serie del tres" o "aspectos blandos". La conjunción constituye una clase por sí misma, porque podría estar en la serie del dos, en la serie del tres o en cualquier otra serie de aspectos." (Robert Hand, Los símbolos del horóscopo, p.117).
Su definición de los aspectos de la serie del dos sigue la pauta marcada por Hamblin y se atiene a las divisiones del círculo por potencias de dos. Sin embargo, los aspectos que Hand incluye en su serie del tres no son los derivados de las divisiones del círculo por potencias de tres, sino los derivados de la división por tres o por múltiplos de tres que no sólo no son potencias de tres sino que son también múltiplos de dos. El sextil se deriva del 6, que es múltiplo de 2 y de 3 a la vez, y los semisextiles y quincuncios se derivan del 12, que tiene más participación en el 2 que en el 3. Por tanto, lo que Hand llama "serie del tres" es una serie mixta del dos y del tres.

Menciono todo esto para que aquellas personas que hayan leído a Robert Hand sepan que deben dejar a un lado su manera de definir las series de aspectos cuando se dispongan a utilizar el explorador de aspectos de Carta Natal online. Dentro del explorador, lo que entendemos por serie de aspectos de N es el conjunto de todos los múltiplos de 360 / N. Así, por ejemplo, la serie del 5 comprende todos los múltiplos de 360 / 5 que caben dentro del círculo, es decir, 72º, 144º, 216º, 288º y 360º. Los arcos de 72º y 288º (quintiles) indican, en realidad, el mismo ángulo de separación entre dos planetas, medido en el primer caso por la distancia más corta y en el segundo por la más larga. Y otro tanto ocurre con los arcos de 144º y 216º (biquintiles). El arco de 360º es la conjunción medida por su distancia más larga. Se puede decir, pues, que la serie del 5 incluye los quintiles y los biquintiles, además de la conjunción, que pertenece a todas las series. Pero el número total de puntos de aspecto es 5, porque partiendo del lugar ocupado por un planeta A habrá cinco lugares en el zodiaco desde los que un planeta B podrá hacer un aspecto exacto de la serie del 5 con el planeta A. El número de puntos de aspecto es siempre igual al número de la serie, de modo que cuanto más alta sea la serie más puntos de aspecto habrá. Sin embargo, esta profusión de puntos de aspecto en las series altas no incrementa la probabilidad de que entre dos planetas cualesquiera se forme un aspecto, porque los orbes se reducen de manera proporcional al número de la serie. De este modo, la relación entre el área total del zodiaco dentro del orbe de los aspectos y el área fuera de esos orbes permanece constante en todas las series. Esto es fundamental para poder comparar unas series con otras y localizar, así, indirectamente los armónicos más fuertes (con más conjunciones internas) de una carta natal. Por eso, nos detendremos un poco más en el tema de los orbes.

El explorador de aspectos solicita al usuario un número de serie y un orbe. El número de serie, como ya sabe, es el número de partes iguales en que vamos a dividir el círculo para definir una serie de aspectos: 5 para buscar quintiles y biquintiles, 7 para hallar septiles, biseptiles y triseptiles, etcétera. El orbe que se solicita, sin embargo, no es el orbe específico para la serie elegida, sino el orbe general para todas las series. A partir de ese orbe general, el explorador hará los ajustes oportunos en cada serie. Se podría decir que el orbe general coincide con el de la conjunción en la serie del 1, cosa que es exacta, pero creo que es mejor pensar en el orbe general como la suma de los orbes de todos los puntos de aspecto de cada serie. En realidad es lo mismo, pero esta segunda manera de enfocarlo puede ayudar a superar la resistencia que muchos astrólogos experimentan a conceder a la conjunción el doble de orbe que a la oposición y cuatro veces el de una cuadratura. Es posible que, en realidad, la conjunción no tenga tanto orbe, pero eso no importa mucho aquí. La cuestión es que para poder comparar las series eficazmente debemos actuar como si lo tuviera. Además, el explorador de aspectos no se ha diseñado para localizar conjunciones, porque es muy fácil detectarlas a simple vista. Se ha diseñado para localizar aspectos pequeños y compararlos con otros en igualdad de condiciones. Por tanto, sea generoso al asignar el orbe general. Por ejemplo, 16 grados no es en absoluto un orbe general excesivo. Piense que esos 16 grados habrá que repartirlos entre todos los puntos de aspecto de cada serie. La cuadratura, por ejemplo, pertenece a la serie del 4, que incluye todos los múltiplos de 90º. Pero como la serie del 4 tiene 4 puntos de aspecto, si el orbe general es 16º a cada punto le corresponderán 4º. Si usted piensa que 4º es un orbe apropiado para una cuadratura entonces mantenga el orbe general en 16º. Si le parece poco, amplíe aún más el orbe general; si le parece mucho, redúzcalo.

Una cuadratura de 4 grados de orbe en la carta natural o armónico 1 se ve en el armónico 4 como una conjunción de 16 grados de orbe, por lo que no puede aceptar una cosa y rechazar la otra. Lo que se ve en ambos armónicos es lo mismo, sólo que mirado a través de diferentes lentes de aumento. Probablemente la razón por la cual la idea de que la conjunción tiene el doble de orbe que la oposición genera tanta resistencia es que en la práctica los efectos de las conjunciones que superan el orbe de la oposición son muy difíciles de detectar. La conjunción dentro de su propia serie y en su propio armónico (el 1) tiene una frecuencia demasiado baja, que hace que sólo sea reconocible a partir del momento en que empieza a sumar fuerzas de otras series y armónicos más altos. Pero tan pronto como esto ocurre, ya desde la serie del 2, el orbe de la conjunción se reduce a la mitad, por lo que la parte del orbe de la conjunción que rebasa el orbe de una oposición nunca recibe ningún aporte suplementario de energía. Sin embargo, esto no se aplica a las conjunciones dentro de una carta armónica distinta de la primera, porque lo que estamos viendo en esas cartas como conjunciones son, en realidad, los aspectos de la serie correspondiente. Y cuando esos aspectos están cerca del límite de su orbe se verán como conjunciones con un orbe más amplio que el que está acostumbrado a aceptar en una carta natural. Pero ese es el orbe adecuado, son sus hábitos de percepción de aspectos los que tienen que reajustarse cuando mira una carta armónica, no los orbes.

Cada serie de aspectos lleva asociado un patrón de ondas y un armónico. Cuando aparecen muchos aspectos en una serie podemos asumir que el nativo de esa carta sintoniza fuertemente con un patrón de ondas con tantas crestas como indique el número de la serie y que la carta armónica del mismo número tendrá tantas conjunciones dentro del orbe general como aspectos haya en la serie. Tal vez se esté preguntando cuántos aspectos debe haber en una serie para poder decir que son muchos. Eso depende del orbe general elegido y del número de planetas o factores que se tengan en cuenta. En el caso de Albert Einstein, por ejemplo, con un orbe general de 16º y con los diez planetas que, por ahora, incluye el explorador, la media de aspectos de las 50 primeras series es 3,82. Todas las series tienen al menos un aspecto y dos de ellas, la 10 y la 49, tienen siete. Pero en esas mismas condiciones, la serie del 48 de Aron Ralston alcanza 15 aspectos. El número de aspectos de una serie es un criterio muy tosco para valorar la fuerza de la carta armónica aparejada; sin embargo, nos da una pista importante y es aconsejable mirar las cartas armónicas del mismo número que las series con más aspectos. Como se ha dicho ya, cada aspecto de una serie aparecerá como conjunción en su armónico correspondiente, pero el armónico será mucho más fuerte si esas conjunciones están agrupadas que si están salpicadas por toda la carta. Cuando varios planetas se agrupan en pocos grados dentro de una carta armónica formarán una configuración cerrada de aspectos de la serie correspondiente en la carta natal natural. En el artículo Aspectos menores de efectos mayores. Una aproximación al armónico 48 y sus aspectos asociados he presentado varios ejemplos de cómo sacar partido de la combinación de las series de aspectos con las cartas armónicas. Además, como señaló David Hamblin, las cartas armónicas se relacionan unas con otras a través de cadenas de potencias y de múltiplos, por lo que también las series de aspectos se pueden agrupar en familias. Los linajes más puros siguen la línea de las potencias. Así, por ejemplo, la serie del 49, que es una de las más destacadas en la carta de Albert Einstein, está directamente emparentada con la serie del 7, ya que 49 es 7 al cuadrado. Si los aspectos de la serie del 7 se relacionan con la inspiración, las ideas luminosas y la genialidad, los de la serie del 49 (7 x 7) elevarán estas características a una potencia superior.

Por último debo aclarar que el uso que se hace en este artículo de los modelos ondulatorios y su relación con los armónicos en astrología y las series de aspectos asociadas a ellos es meramente metafórico. Sólo se trata de un recurso didáctico que creo que puede ayudar a entender cómo funcionan los armónicos en astrología, pero no se asume la existencia real de tales ondas físicas ni que las analogías puedan llevarse más allá de ciertas generalidades.

© 2014, Julián García Vara

Encontrará textos originales de John Addey y mucha más información adicional en la siguiente dirección:





jueves, 18 de septiembre de 2014

Aspectos menores de efectos mayores

Una aproximación al armónico 48 y sus aspectos asociados





Lo que tiene mayor efecto es lo más pequeño
Marcus Manilius, Astronomicon, 722


La teoría de los aspectos en astrología ha evolucionado desde una versión primitiva, que incluía únicamente cinco aspectos y los contaba por distancia en signos, hasta una versión derivada de la Teoría de Armónicos, que da cabida a un número potencialmente infinito de aspectos, medidos en arcos. Los cinco aspectos tradicionales (conjunción, oposición, trígono, cuadratura y sextil) siguen siendo considerados los más importantes por la mayoría de los astrólogos actuales, pero ahora medidos en grados de arco y no en número de signos de separación. La jerarquía de estos aspectos sobre los que se fueron añadiendo después es afirmada al agruparlos bajo el rótulo común de aspectos mayores. En un segundo plano se sitúan los aspectos menores, que no es un grupo tan claramente definido como el anterior, ya que puede incluir más o menos aspectos en función de diferentes criterios o preferencias de distintos autores. Por lo general, se consideran aspectos menores los que resultan de la división del círculo en ocho partes iguales (semicuadraturas y sesquicuadraturas) o en doce partes iguales (semisextiles y quincuncios), siempre que no formaran ya parte de los aspectos mayores. El resto de los aspectos son simplemente ignorados en la práctica por casi todo el mundo, aunque algunos de ellos son, a veces, añadidos a la lista de aspectos menores, y otras veces asignados a una categoría aparte, una especie de cajón de sastre, bajo la denominación de aspectos exóticos o aspectos sutiles.

El estudiante que aprende estas clasificaciones suele tomarlas como equivalentes a la recomendación: "usa siempre los aspectos mayores, algunas veces los menores y nunca los exóticos". No se puede negar que esto tiene cierto valor pragmático, sobre todo para un principiante, pero también es preciso reconocer lo que este enfoque tiene de arbitrario y limitante, porque, a fin de cuentas, la asignación de un aspecto a una categoría o a otra no sigue criterios lógicos definidos ni está basada tampoco en pruebas estadísticas. Decir que la tradición y la práctica diaria de infinidad de astrólogos demuestran la eficacia de los aspectos mayores no es lo mismo que asegurar la superioridad de tales aspectos sobre otros considerados "exóticos", porque para poder compararlos habría que haber dado a estos últimos las mismas oportunidades. Si, de entrada, ni siquiera los calculamos, jamás podremos saber lo que pueden aportar.

Por eso, mi intención en este artículo no es abordar una discusión en profundidad de los fundamentos teóricos o prácticos de los aspectos o de los modos de agruparlos, sino dar oportunidades a algunos de estos aspectos "menores" o "exóticos" a través del estudio de unos cuantos casos concretos. En particular, me limitaré aquí a los aspectos derivados de la división del círculo en 48 partes iguales, es decir, aspectos de 7º 30' o cualquier múltiplo de esta cantidad. Estos aspectos ni siquiera tienen nombre, que yo sepa, y tampoco están incluidos como opción en los programas de cálculo automático de cartas astrales. Nos dará algún trabajo localizarlos, pero hay algunos trucos que nos facilitarán la tarea, como enseguida veremos. Digamos antes unas palabras sobre esta familia de aspectos.


El armónico 48 y sus aspectos asociados

Las investigaciones sobre cartas armónicas que hizo John Addey se centraron sobre todo en los nueve primeros números, especialmente en el 5, el 7 y el 9. Los números más altos que estos se consideraron sólo indirectamente, en cuanto múltiplos o combinaciones de los primeros. En efecto, las distintas divisiones armónicas se conectan entre sí a través de cadenas de múltiplos que forman familias de significado análogo. A falta de investigaciones centradas específicamente en el armónico 48, debemos tomar como punto de partida ciertas combinaciones de números menores que desemboquen en el 48, para hacernos así una primera idea —provisional y meramente hipotética— de su posible naturaleza.


Podemos obtener 48 como resultado de multiplicar 3 por el cuadrado de 4 ( 48 = 3 x 4 x 4 ). Los números 3 y 4 son aquí la clave de la cuestión, pero no es sencillo combinarlos. El armónico 3 representa facilidad y el armónico 4 se relaciona con dificultad. La expresión " 3 x 4 = 12 ", en términos de armónicos y aspectos, se traduce en lo siguiente:

Si tenemos el armónico 3 de una carta astral, las cuadraturas presentes en ese armónico se verán como conjunciones en el armónico 12 ( 3 x 4 ).  Y si partimos del armónico 4, sus trígonos se verán como conjunciones en el armónico 12 ( 4 x 3 ).  Por eso los aspectos propios del armónico 12 (el semisextil y el quincuncio) combinan facilidad y dificultad en la misma medida.

A su vez, las cuadraturas del armónico 12 se verán como conjunciones en el armónico 48 ( 12 x 4 ). Podemos, por tanto, esperar, que los aspectos propios del armónico 48 (los múltiplos de 7º 30' que no sean aspectos propios de ningún armónico anterior) combinen una medida de facilidad con dos medidas de dificultad. Estos aspectos son las cuadraturas de las cuadraturas de los trígonos. Es decir, son las complicaciones al cuadrado en que nos podemos meter por haber querido seguir el camino más fácil o más divertido. Pero también son los trígonos de las cuadraturas de las cuadraturas, es decir, pueden representar también las satisfacciones obtenidas a través de la superación de innumerables dificultades, esfuerzos o privaciones.

Para entender mejor la naturaleza de cada aspecto es necesario saber distinguir entre los aspectos propios de un armónico y los que ha heredado de armónicos anteriores. La tabla I nos ayudará en esto. Esta tabla incluye todos los aspectos derivados de la división del círculo en 48 partes iguales de 7º 30' cada una, es decir, todos los aspectos asociados al armónico 48. Sin embargo, los aspectos se han distribuido bajo diez columnas diferentes que representan otros tantos armónicos. Se observará que bajo las cinco primeras columnas (armónicos 1, 2, 3, 4 y 6) están incluidos todos los aspectos mayores, y en las dos siguientes (armónicos 8 y 12) los que más arriba designamos como aspectos menores. Sólo las tres últimas columnas (armónicos 16, 24 y 48) incluyen aspectos "nuevos", poco o nada utilizados por la mayoría de los astrólogos. Pero tanto los "nuevos" como los "viejos" pertenecen todos a la serie de aspectos del armónico 48, porque todos son múltiplos de 7º 30', incluida la conjunción, que puede ser definida indistintamente como una distancia de 0º ó de 360º.


Tabla I. Aspectos de la serie del 48


Se observará también que, además de las casillas que contienen números, hay otras que no contienen nada, pero están coloreadas en tonos más pálidos que las que contienen números en esa misma fila. En realidad, a todas las casillas coloreadas de una misma fila les corresponde el mismo número, pero éste sólo figura bajo la columna del armónico del cual es un aspecto propio. Así, por ejemplo, 90 (cuadratura) es un aspecto propio del armónico 4, pero pertenece también (como heredado) al 8, al 12, al 16, al 24 y al 48, porque si la cuadratura es exacta la veremos aparecer como conjunción en todos esos armónicos. Ahora bien, se podría decir que un aspecto nace, dentro de una cadena de armónicos, en el primero de ellos en el cual se transforma en una conjunción, y es a este primer armónico al que llamamos su armónico propio. Cada aspecto toma su significado principal del armónico al que pertenece como aspecto propio, pero también puede adquirir matices de otros armónicos que son múltiplos del primero.

Así pues, la sucinta interpretación que hemos sugerido más arriba (dos cucharadas de dificultad y una de facilidad) sólo se aplica en toda su pureza a los aspectos correspondientes a los números que aparecen en la columna del armónico 48, que son los aspectos propios de ese armónico. En cuanto a los demás, también se aplica la misma interpretación, pero supeditada a la interpretación de su armónico propio y matizada por los demás armónicos que formen parte de su trayectoria.

También es importante observar que, si bien todos los aspectos propios de un armónico participan siempre de ese armónico, los demás aspectos de la misma serie pueden participar de él o no, dependiendo del orbe. De acuerdo con la Teoría de Armónicos, los orbes de los aspectos deben ser proporcionales al número del armónico. El orbe de un aspecto de la serie del 48 debe ser 48 veces menor que el de una conjunción, 24 veces menor que el de una oposición, 16 veces menor que el de un trígono y 12 veces menor que el de una cuadratura. Si asignamos, por ejemplo, un orbe de seis grados a una cuadratura, un aspecto de la serie del 48 deberá tener no más de medio grado de orbe. Esto significa que solamente las cuadraturas que no rebasen el medio grado de orbe podrán incluirse también en la serie del 48; es decir, sólo una de cada doce cuadraturas, por término medio, tomará energía adicional del armónico 48 y se teñirá parcialmente de su significado. Y sólo uno de cada 16 trígonos y una de cada 24 oposiciones, y así con los demás aspectos.

La forma más rápida de localizar los aspectos de la serie del 48 es calcular directamente una carta del armónico 48. Los planetas que en esta carta aparezcan en conjunción estarán formando un aspecto de la serie del 48 en la carta natal original (armónico 1). Pero debemos tener en cuenta que a las conjunciones en el interior de una carta armónica les corresponde un orbe bastante amplio, concretamente cuatro veces el que se considere apropiado para una cuadratura. Una vez que sabemos que dos planetas forman conjunción en el armónico 48, podemos consultar la distancia entre esos dos planetas en la carta original para ver si se trata de un aspecto propio o derivado de otro armónico anterior. Los aspectos propios de la serie del 48 están siempre 7º 30' antes o después de un punto de aspecto de la serie del 8 (múltiplos de 45º), tal como se muestra gráficamente en la figura 1.

Figura 1. Puntos de aspecto de la serie del 48

Los aspectos propios del armónico 48 se muestran en la parte exterior de la figura 1 coloreados en marrón oscuro, y los aspectos de la serie del 8 (tanto los propios del armónico 8 como los heredados de armónicos anteriores) se muestran en color naranja. Esta última serie ha sido destacada para que se observe mejor cómo cada aspecto de la serie del 8 está siempre escoltado por una pareja de aspectos propios del 48, a la distancia de un cuarto de signo antes o después.

Las distancias exactas entre dos planetas pueden consultarse también en las tablas de aspectos ofrecidas por cualquier buen programa de cálculos astrológicos, como la que se muestra en la tabla II, que está tomada de la versión gratuita del ZET Lite.


Tabla II. Ejemplo de relación exhaustiva de aspectos


Pero mucho mejor que eso es utilizar el explorador de aspectos de una carta natal implementado en la página web de Carta Natal online, que nos da ya hecho el trabajo de seleccionar los aspectos de la serie que nos interese, resaltados en color, como se ve en el ejemplo mostrado abajo.



Estudio de casos

A continuación, aplicaremos estos conceptos a unos cuantos casos concretos que, además de servirnos como ilustración, nos darán la ocasión de profundizar un poco más en el significado del armónico 48 y sus aspectos asociados. Aunque considero que un orbe de hasta 0º 30' es admisible para esta clase de aspectos, en los ejemplos siguientes me atendré a la mitad de ese orbe. Con un orbe de 0º 15' para estos aspectos, tal como se ven en la carta natal original, las conjunciones de la carta del armónico 48 se extenderán hasta los 12º 00' de orbe. Por cada conjunción de dos planetas separados por no más de 12 grados en el armónico 48 habrá un aspecto de la serie del 48 entre los mismos planetas separados por no más de 15 minutos de arco en la carta natal original.


1. Aron Ralston, entre la espada y la pared

El caso de Aron Ralston es, sin ningún género de dudas, uno de los mejores ejemplos que podemos proponer para penetrar en el significado del armónico 48, por dos razones. La primera es que su historia encaja perfectamente en la sucinta fórmula que hemos adoptado como punto de partida para la exploración de este armónico. La segunda es que la carta del armónico 48 de Ralston es una de las más fuertes que podamos encontrar, ya sea que midamos su potencia mediante un armograma, una función de onda planetaria (flor armónica) o un simple recuento de aspectos.

Ya me ocupé de este caso en un par de artículos anteriores (El abrazo de la montaña, La potencia de los armónicos aplicados a hechos reales), pero en ninguno de ellos abordé el armónico 48. Recordemos brevemente los hechos. 

Aron Ralston decide hacer una excursión en solitario por las montañas de Blue John Canyon (cerca de Moab, Utah), sin comunicárselo a nadie ni llevar consigo un teléfono móvil. Mientras trataba de atravesar una estrecha gruta, una gran roca se desprendió y le atrapó su antebrazo derecho contra la pared de la montaña. Quedó atrapado por cinco días con sus noches, sin alimentos ni agua, soportando el dolor, el frío y la lluvia, y se convenció de que iba a morir allí. Finalmente comprendió que sólo tenía una salida. Improvisó un torniquete y se amputó el brazo con una navaja. Por seis horas más deambuló por las montañas, bebió agua sucia de un charco y al fin fue encontrado por una pareja que avisó a los servicios de socorro. Su historia fue llevada al cine en una película titulada 127 horas, dirigida por Danny Boyle, y el mismo Ralston la explicó en un libro titulado Between a Rock and a Hard Place (Entre la espada y la pared), que fue un éxito de ventas. Su fama se disparó y fue invitado a dar conferencias y participar en programas de televisión, como modelo de lucha por la supervivencia. Siguió practicando montañismo y otras actividades de riesgo, pero también pasó por fases depresivas, durante una de las cuales se dice que intentó suicidarse. Sin embargo, se recuperó también de eso y actualmente lleva una vida relativamente normal junto a su pareja y su hijo.

La figura 2 muestra el armónico 48 de la carta natal geocéntrica de Aron Ralston. Encontramos en ella seis planetas dentro de una franja de sólo 15º 03' de arco. Si extendemos el orbe de la conjunción para este armónico hasta los 16 grados, esos seis planetas formarán un total de 15 conjunciones, que se traducirán en otros tantos aspectos de la serie del 48, dentro de un orbe de 0º 20'. Estos orbes son perfectamente asumibles, porque, aunque pueda parecer que 16 grados son muchos para una conjunción, no lo son dentro de una carta armónica. Es el orbe que se corresponde con oposiciones de 8 grados y cuadraturas de 4 grados, valores que nadie consideraría exagerados en una carta natal.


Figura 2. Armónico 48 de Aron Ralston

Aun limitándonos al orbe prometido de 12º para las conjunciones del armónico 48 y de 0º 15' para los aspectos correspondientes de la carta natural, nos quedan todavía nada menos que 13 aspectos de esta serie por debajo de los 15 minutos de arco, que son los que se muestran en la tabla III.


Tabla III. Aspectos de la serie del 48 de Aron Ralston

La tabla III presenta los aspectos ordenados por orbe, de menor a mayor, e incluye, además, los aspectos heliocéntricos de la misma serie. También nos informa de cuál es el armónico base o propio de cada aspecto. Vemos que hay un total de 5 aspectos geocéntricos propios del 48, más otros 3 heliocéntricos.

Con toda esta información podemos estar seguros de que el armónico 48 es muy fuerte en el nacimiento de Aron Ralston, por lo que su comportamiento y las vicisitudes de su vida pueden muy bien ayudar a esclarecer la naturaleza de este armónico. En el episodio resumido más arriba, encontramos a Ralston disponiéndose a vivir una aventura deportiva en la naturaleza. Las diversiones, juegos y deportes son un asunto de la casa V y las aventuras de exploración se relacionan con la casa IX. Estas dos casas tienen algo en común. En un sistema de casas iguales, las cúspides de las casas V y IX son los puntos de trígono con el Ascendente. Los trígonos son los aspectos propios del armónico 3, por lo que tanto este armónico como su aspecto asociado recogen también parte del significado de las casas V y IX. Así pues, ya tenemos el armónico 3 en acción, impulsando a la aventura. Pero pronto se presenta el armónico 4 en forma de adversidad: una roca cae sobre su brazo. Podía simplemente habérselo roto, y regresar herido, pero no, además de eso queda atrapado —segunda adversidad. Podía haber sido encontrado por alguien, pero no, ocurrió en un paraje solitario —tercera adversidad. Podía haber pedido ayuda con un móvil, pero no lo llevaba —cuarta adversidad. Y la lista no termina aquí, pues otras muchas penalidades se añadieron a éstas. Esto es ya 4 por 4, la cuadratura de la cuadratura. Finalmente encuentra un modo de salvarse, pero sólo a costa de una gran pérdida y de mucho dolor. Aquí están presentes simultáneamente el 3 y el 4 al cuadrado. Y también en lo que vino después, porque todo esto tuvo algunas consecuencias positivas, como fama y dinero, pero a costa de pérdidas irreparables y alternando con periodos depresivos.

Parece, pues, que los aspectos de la serie del 48 proporcionan una cierta inclinación a asumir retos complicados, una cierta capacidad de obtener placer o beneficios a partir de situaciones difíciles o de extrema adversidad y una cierta fatalidad que hace muy difícil disfrutar de algo sin que acabe convirtiéndose en un trabajo o en un dolor.

Cuando varios planetas aparecen en una carta del armónico 48 en una forma semejante a la que hemos hallado en el caso de Ralston, todos ellos agrupados en unos pocos grados, formando conjunciones entre sí, también estarán unidos en la carta natural por una red de aspectos de la serie del 48. En la figura 3 mostramos la carta natal original de Aron Ralston incluyendo solamente los aspectos de la serie del 48. Los aspectos propios de la serie del 48 están en color marrón, los propios del 24 en azul claro, los del 16 en naranja, los del 12 en violeta, los del 6 en verde y los del 8 y el 4 en rojo.



Figura 3.  Carta natal (armónico 1) de Aron Ralston
con aspectos de la serie del 48.

El aspecto más cerrado es el que forman Saturno y Neptuno, separados por una distancia de 127º 30', que es un múltiplo exacto de 7º 30' (orbe 0º 0') y es un aspecto propio de la serie del 48. Si tratamos de imaginar un paisaje que represente pictóricamente los arquetipos asociados a estos dos planetas veremos rocas y agua o montañas y niebla, parajes solitarios y fríos, duros y húmedos. Veremos lo mismo que estaba viendo Ralston cuando le sucedió todo esto, porque cerca de allí había un lago de agua subterránea entre las rocas. Sue Tompkins relaciona los aspectos entre estos dos planetas con agua sucia o envenenada y Aron Ralston no solamente bebió agua sucia de un charco sino que, antes de eso, cuando se terminó el agua de su cantimplora, la rellenó con sus propios orines para no morir deshidratado. Sin embargo, nada de esto le hizo daño, al contrario, le permitió sobrevivir, y en esto se ve de nuevo la naturaleza de un aspecto de la serie del 48, que obtiene beneficios de experiencias penosas.

Neptuno está en el punto medio entre Saturno y Júpiter y es el planeta que más aspectos propios de la serie del 48 forma en el tema. Conforma el rol de víctima, mientras Júpiter recoge la fama de tan infaustos acontecimientos desde la parte más alta del cielo natal. Saturno está en cuadratura con Urano y con el Sol, pero sólo la primera de estas dos cuadraturas es también un aspecto de la serie del 48. Esto hace que la cuadratura de Saturno con Urano se envenene un poco más. Una cuadratura de Saturno con Urano representa un conflicto entre lo viejo y lo nuevo, entre las limitaciones de las estructuras tradicionales y las necesidades de libertad, independencia e innovación, y muchas otras cosas con las que cualquier estudiante de astrología estará familiarizado. Normalmente nos valemos de imágenes, alegorías, mitos y símbolos para facilitar la comprensión del significado de un aspecto y entender mejor cómo se relaciona con una característica o un hecho de la vida del nativo, pero en este caso el hecho fue en sí mismo una imagen viva de una red de aspectos, un símbolo de sí mismo, comparable al mito de Sisifo. Una roca (Saturno) aprisiona un brazo, impidiendo la libertad de movimientos (Urano) y amenazando la continuidad de la vida (el Sol). Una navaja (Marte) viene en auxilio de Urano y el Sol (trígonos de Marte a estos dos planetas) para liberarlos de la opresión. Pero Saturno no suelta gratis a su presa, sino que se cobra un alto precio (cuadratura con Urano que se prolonga hasta el armónico 48 por su orbe).

Esta es una de las muchas formas en que los aspectos de la serie del 48 pueden integrarse con los de otras series en el escenario de una carta natal del primer armónico. Pero la carta del armónico 48 no debe tomarse únicamente como un recurso útil para detectar los aspectos múltiplos de 7º 30' en una carta natal, sino que también puede leerse por sí sola como una carta completa de pleno derecho. La única condición es que no perdamos de vista el número del armónico y sus significados esenciales y que acertemos a reinterpretar adecuadamente cada planeta, signo o aspecto en el contexto de ese significado especial. Así, por ejemplo, podemos observar que en el armónico 48 de Aron Ralston (figura 2) los seis planetas que forman conjunciones entre sí se agrupan en el signo de Leo. Pero este Leo no es el mismo del armónico 1, no es un Leo que pueda sentirse orgulloso de las lujosas propiedades que heredó de su familia o de tener un cuerpo hermoso o fuerte o de cualquier otra cualidad de la que le haya dotado la naturaleza o con la que le hayan favorecido las circunstancias. Es un Leo-48, es decir, uno que sólo puede sentirse orgulloso de haber afrontado una dificultad tras otra, de haber superado más problemas que nadie, de haber soportado las condiciones más adversas y duras y, a pesar de todo, haber obtenido con ello algún tipo de placer, ventaja, logro o beneficio.

En efecto, sabemos que, un año antes del desgraciado accidente, Aron Ralston abandonó un confortable trabajo como ingeniero mecánico de Intel para afrontar el desafío de ser el primero en subir todos los picos de más de 14000 pies de altura de las montañas del Colorado —un total de 53—, durante la temporada de invierno. Algo que finalmente logró en 2005, sin que las limitadas condiciones físicas a las que le redujo el accidente ni las secuelas emocionales del mismo le hicieran desistir. Al contrario, estas dificultades adicionales hacían aún más valiosa su proeza, y le daban más motivos para sentirse orgulloso y acaparar la atención y la admiración de los demás.


2. Michel Gauquelin, en tierra de nadie

Otra carta con un armónico 48 bastante notable es la del investigador y psicólogo francés Michel Gauquelin, que consagró gran parte de su vida a la comprobación del grado de validez de la astrología en la medida en que esto puede establecerse por métodos estadísticos. En mi artículo Gauquelin: vocación triunfante, herencia planetaria y angularidad desplazada he dado una visión de conjunto de sus trabajos, pero aquí nos ocuparemos de algunos detalles de su personalidad a través de su carta natal.

Estamos ante un ejemplo muy claro de cómo una afición puede llegar a convertirse en un arduo trabajo y en una fuente de dificultades y confrontaciones. Ya desde su adolescencia desarrolló su interés y gusto por la astrología, que llegó a ser su principal afición y a proporcionarle muchas horas de placer y satisfacción. Este ha sido también el caso de otras muchas personas que desde jóvenes tomaron contacto con la astrología y continuaron disfrutándola durante muchos años sin mayores complicaciones, como afición o como profesión. Pero Michel Gauquelin pronto empezó a sentirse incómodo con ella, a tomar conciencia de sus debilidades, de su escaso rigor, de la gratuidad de muchas de sus afirmaciones y de la ligereza de sus métodos. También a otras personas les ha pasado algo similar y como consecuencia de ello simplemente se han alejado de la astrología. Pero Gauquelin no tomó ninguno de los dos caminos. Ni se instaló complacientemente en el edificio de las creencias astrológicas ni se limitó a desentenderse de ellas. Decidió que si la astrología no contenía nada de valor no bastaba con mirar para otro lado, sino que era preciso exterminarla. Y si había en ella algo digno de conservarse, tenía que hacerse sobre bases más sólidas. Así fue como empezó a reunir datos de nacimiento primero de centenares y luego de millares de personas para abastecerse de datos con los que realizar pruebas estadísticas que ayudaran a decidir si la astrología funcionaba o no. Esto acabó colocándole en una situación social muy delicada, porque aparecía como un escéptico entre los astrólogos y como un astrólogo entre los escépticos, siendo así rechazado por unos y por otros, y viéndose envuelto en interminables polémicas con ambos bandos.

Resulta difícil para nosotros, acostumbrados como estamos a acceder a bases de datos ya constituidas que contienen millares de cartas natales disponibles para consulta instantánea, hacernos una idea justa del esfuerzo que hubo de realizar Gauquelin en los años 50 del pasado siglo para abastecerse de datos y procesarlos sin ayuda de los recursos informáticos que ahora tenemos. Geoffrey Dean escribió lo siguiente, a propósito de los datos estadísticos publicados por Gauquelin:
"No subestiméis el esfuerzo que se esconde tras estos números inocentes. Para cada caso se debe encontrar primero una fuente de referencia, por ejemplo, una biografía o un diccionario biográfico. Luego hay que copiar la fecha sin errores, encontrar la dirección del registro, y enviar la solicitud para obtener la hora del certificado de nacimiento (que en Francia es asequible para cualquiera que lo solicite). Cuando los datos están completos se debe verificar la hora de verano, convertirla a GMT, y calcular las posiciones de los planetas, el ascendente y el medio-cielo. Entonces se puede comenzar a tabular, contar y analizar, quedando por último el trabajo de anotarlo. El resultado claro de todo esto es que los primeros casos son un verdadero placer. Los siguientes diez o veinte no son ningún placer. Y al llegar a los primeros cien uno se encuentra fuera de sí. Sólo quienes han realizado este tipo de trabajo saben lo que implica. Le debemos más a Gauquelin de lo que suponemos."
y más adelante añade:
"Visité el laboratorio de Gauquelin en París en el año 1981 y en el 1983, y me impresionaron la pulcritud y organización de sus archivos (que ocupan una pared entera)"
Eran, por supuesto, archivos en papel, producto del trabajo acumulado de muchos años. He aquí cómo lo que empezó siendo una diversión se fue convirtiendo en una durísima tarea, no remunerada ni gratificada con honores, porque en la mayoría de los casos sus trabajos fueron ignorados, incomprendidos o criticados acerbamente. Pero en medio de todas estas dificultades al menos halló editor para sus libros y la acogida del público no fue tan mala como la de sus críticos, lo que le permitió por algún tiempo ganarse la vida con ellos. Consiguió cierta fama y fue invitado a dar conferencias en distintos países. Pero la historia no tuvo un final feliz, porque en mayo de 1991 Michel Gauquelin puso fin a su vida, tras dejar una nota de suicidio cuyo contenido no ha trascendido.

El armónico 48 de su carta natal geocéntrica se muestra en la figura 4 y los aspectos de la serie del 48 dentro de 0º 15' de orbe, tal como se ven en la carta natal natural, se relacionan en la tabla IV. Finalmente la figura 5 nos muestra la carta natal original incluyendo únicamente los aspectos de la serie del 48.

Figura 4. Armónico 48 geocéntrico de Michel Gauquelin


Tabla IV. Aspectos de la serie del 48 de Michel Gauquelin



Figura 5.  Carta natal (armónico 1) de Michel Gauquelin
con aspectos de la serie del 48.


En la carta de la figura 5 vemos una estructura de aspectos de la serie del 48 montada sobre el eje de una oposición entre Mercurio y Júpiter, que es también una oposición del 48 debido a su reducido orbe (0º 03'). Se trata de un Mercurio en Escorpio y casa IV, que inclina a la curiosidad por las cosas secretas, a la investigación de asuntos privados, íntimos o familiares, a una búsqueda de las raíces profundas de las cosas, a la exploración racional de las emociones. Es una muy buena posición de Mercurio para un psicólogo o para un astrólogo, y por ambos caminos transitó Gauquelin. Pero está en cerrada oposición con un Júpiter en Tauro y casa X. Desde el punto más alto de la carta, Júpiter apuesta por principios de visibilidad pública y bases sólidas y seguras (Tauro), por lo constatable a través de la experiencia objetiva, palpable y medible, por el mundo cotidiano y el sentido común y recela de interpretaciones rebuscadas y de supuestas causas ocultas. Se forma, pues, una tensión dialéctica entre lo profundo y lo superficial, lo interno y lo externo, lo privado y lo público, lo oculto y lo manifiesto. Y uno de los frutos de esta tensión fue su infatigable dedicación a la investigación de las influencias de los astros sobre el comportamiento humano estudiada con la metodología propia de las ciencias empíricas. El tema investigado podría encuadrarse en la categoría de una "ciencia oculta" que se ocupa de las causas que operan desde un microcosmos interno e invisible, pero la metodología empleada es la de la observación de correlaciones medibles entre fenómenos externos y visibles. Un difícil equilibrio que le dejó en tierra de nadie. Pero, a pesar de eso, Júpiter está en el Medio-Cielo, lo que le permitió finalmente obtener cierto grado de éxito y reconocimiento público, aunque sus trabajos nunca han dejado de cuestionarse.

Pero esta no es una simple oposición del armónico 1 que pueda sobrellevarse mediante una solución de compromiso más o menos armoniosa o equilibrada entre dos tendencias contrapuestas o mediante una alternancia que suprime provisionalmente uno u otro extremo del conflicto. Es eso, pero es también un aspecto de la serie del 48, conectada con otros aspectos de la misma serie procedentes de Plutón, Saturno y Venus. Con todo esto la situación se hace más radical y exigente (Plutón, Saturno), más seria y comprometida (Saturno, Venus), más compleja y acuciante. Pero toda esta tensión y esfuerzo se verá recompensada, al menos parcialmente, con algún logro importante.

Si aplicamos el esquema tradicional de las dignidades planetarias, nos encontramos con que Júpiter y Venus están en recepción mutua, siendo regentes de las casas V y X respectivamente y ocupando cada uno de ellos el signo y la casa que rige el otro. El regente de la casa V en la casa X puede ocasionar que las aficiones, diversiones o actividades placenteras se conviertan en parte de la profesión del sujeto o en un elemento de su imagen pública. El regente de la casa X en la casa V puede dar lugar a que la actividad profesional resulte divertida o placentera. Podemos pensar que una combinación así debe ser propia de la carta natal de una persona que trabaja en lo que le gusta, en algo que le supone poco esfuerzo o de lo que puede disfrutar. Y así interpretaríamos esto si no fuera porque, además de estar en recepción mutua, Júpiter y Venus están ligados por un aspecto propio de la serie del 48. Esto lo complica todo, porque el armónico 48 se podría definir como "el placer de complicarse la vida". Ahora ya no es posible simplemente dedicarse profesionalmente a algo que empezó siendo un hobby y disfrutar con ello. Ahora es necesario convertir la diversión en una carrera de obstáculos.

En la carta del armónico 48 (figura 4) vemos que la mayor parte de los planetas integrados en la configuración de aspectos comentada más arriba aparecen reunidos en el signo de Virgo y esto nos ayuda a entender un poco mejor el origen del lado escéptico de Michel Gauquelin. Es conocido por todos que a Virgo se le atribuye un fuerte sentido crítico y un acusado perfeccionismo. Gauquelin no solamente fue muy crítico con la astrología tradicional basada en signos, casas y aspectos, sino que no lo fue menos con los pocos que intentaron antes que él dotarla del respaldo de algunos resultados estadísticos (Choisnard, Krafft, Lasson). Ni siquiera fue autocomplaciente con los resultados que iba alcanzando a través de sus propias investigaciones, sino que siempre se autoexigía algo más. Era necesario replicar los estudios con muestras más amplias o con datos tomados de otro país, tantas veces como fuera posible, vigilar sesgos demográficos o astronómicos, aplicar rigurosas pruebas de decisión estadística y rechazar todo aquello que no superase estas pruebas. Es un ejercicio de perfeccionismo depurativo, algo parecido al trabajo de los intestinos (parte del cuerpo gobernada por Virgo) cuando actúan como membrana selectiva que separa los nutrientes de los desechos. El de Virgo es un escepticismo de lupa y colador, pragmático y provisional, mantenido sólo mientras no se superen unos requisitos mínimos de verificabilidad, pero abandonado cuando se presentan pruebas concluyentes. Pero el Virgo de Gauquelin no es un Virgo del armónico 1, que se guía por principios de utilidad y desdeña perder un minuto de su precioso tiempo en investigaciones ociosas sin aplicaciones concretas. Es un Virgo-48, es decir, un Virgo que  no descansa hasta ver completadas sus tareas de limpieza y depuración, ya sean materiales o intelectuales, dispuesto a afrontar cuantas dificultades sean necesarias para librar al mundo de concepciones erróneas, nocivas o inútiles. Hubo un momento en la trayectoria intelectual de Michel Gauquelin en que se posicionó decididamente del lado de los escépticos detractores de la astrología y se propuso acabar con ella. Los otros escépticos, sin embargo, se limitaban a criticar desde sus sillones una materia que no habían estudiado y declinaban emprender cualquier investigación para demostrar la falsedad de la astrología, porque sostenían que el peso de la prueba recae sobre el que afirma. Pero Gauquelin, que sí había estudiado la materia, decidió cargar sobre sus espaldas el peso de la prueba refutadora y no ahorró esfuerzos en su empeño por derribar definitivamente el edificio de la astrología tradicional a través de millares de datos estadísticos que la comprometieran. Sin embargo, durante esa tarea se topó primero con "el efecto Marte" en muestras de deportistas, militares y doctores y después con el resto de sus descubrimientos sobre otros planetas y sobre la herencia astrológica, y se vio obligado a modificar sus planes. Pero siguió siendo crítico con todos aquellos aspectos de la astrología que seguían huérfanos de respaldo en forma de evidencia estadística.


3. Muhammad Ali (Cassius M. Clay), resistiendo contra las cuerdas

El camino hacia un campeonato del mundo de boxeo es por sí solo una imagen adecuada de la idea básica que hemos asociado al armónico 48. Cada combate es una dura experiencia, en la que el boxeador recibe una lluvia de golpes, se arriesga a lesiones importantes e incluso pone en peligro su vida. Pero para poder subirse a un ring hay que prepararse previamente con un exigente entrenamiento en el gimnasio, ensayos y largas carreras. Si a pesar de todo llega una derrota, además de los golpes hay que soportar las críticas. Si se obtiene una victoria, lo siguiente será otra pelea con un rival más duro, y después otra y otra, hasta conseguir la oportunidad de retar al vigente campeón. Si se consigue salvar este último escollo, el nuevo desafío será mantenerse en la cima, porque nuevos aspirantes se esforzarán en sucederle en el trono. Además, se puede uno ver envuelto en presiones de juego sucio por parte de mafias de apostadores sin escrúpulos. Pero los que culminan la hazaña de llegar a lo más alto obtienen gloria, dinero, popularidad, jerarquía y reconocimiento público. Esto último es la parte de facilidad, placer, alegría, logro y satisfacción propias de la porción del tercer armónico incluida en el armónico 48, aunque el elemento de jerarquía tiene también relación con el cuarto armónico, porque la cuadratura es el aspecto que separa el primer grado de Capricornio del primer grado del zodiaco. Casi todo lo demás es propio del armónico 4, que es el ingrediente mayor del armónico 48: retos, esfuerzo, confrontación, dureza, ... incluso el cuadrilátero en el que se disputan las peleas recuerda la figura de aspectos formada por cuatro cuadraturas que los astrólogos denominan Gran Cruz Cósmica. Y cada contendiente tiene su rincón en uno de los puntos de esa Gran Cruz, situado en oposición al rincón del adversario.

Muhammad Ali recorrió ese camino hasta la cima del título de campeón del mundo de los pesos pesados no una, sino tres veces en distintos momentos de su carrera deportiva. Y antes de eso ganó la medalla de oro de esa especialidad en los Juegos Olímpicos de Roma (1960). Pero además de rivales de la talla de Liston, Frazier o Foreman, otros obstáculos extradeportivos se cruzaron en su camino. En 1966, cuando estaba en uno de los momentos más dulces de su carrera y ostentaba el título de campeón del mundo fue llamado a filas por el ejército de los Estados Unidos, que entonces se hallaba implicado en la guerra del Vietnam. Ali se negó a incorporarse, alegando objeción de conciencia, pero su objeción no fue admitida en un principio. Inmediatamente fue desposeído de sus títulos, se le prohibió la práctica del boxeo, se le retiró el pasaporte y fue condenado a una multa de 10.000 dólares y a cinco años de cárcel. Ali salió en libertad bajo fianza y su condena quedó en suspenso hasta que se pronunciase la Corte Suprema, lo que no ocurrió hasta 1971. Finalmente fue liberado de sus cargos, pero para entonces ya había perdido los mejores años de su carrera como boxeador y había dejado de percibir varios millones de dólares. A pesar de eso, volvió al cuadrilátero y disputó las peleas más memorables de su trayectoria deportiva, llegando a recuperar el cetro mundial en 1978. En 1984 se le detectó la enfermedad del Parkinson, que, desde entonces, le ha ido deteriorando paulatinamente.

Casi sin proponérselo, Muhammad Ali se vio comprometido sucesivamente con varias causas religiosas, políticas y humanitarias. Por influencia de Malcolm X, se acercó a la organización "La Nación del Islam" y ratificó su conversión al islamismo cambiando su nombre original, Cassius Marcellus Clay, por el de Muhammad Ali. Tras ciertos recelos iniciales, la organización islamista comenzó a utilizar la popularidad  de Ali como un medio de propaganda. Más tarde, por desavenencias con la dirección de la Nación del Islam, abandonó la organización, aunque se mantuvo fiel a las creencias religiosas islamistas. Mediante su objeción de conciencia, se adelantó a los movimientos de oposición a la guerra del Vietnam y su popularidad crecía a medida que lo hacían esos movimientos, pero inicialmente esto sólo le perjudicó. Se colocó frente a los cristianos, los liberales y los patriotas estadounidenses, que le acusaban de cobarde y de traidor. Y también frente a los conservadores partidarios de la supremacía de la raza blanca, por su defensa de los derechos de los afroamericanos. Así le iban surgiendo enemigos por muchos flancos, pero también amistades y apoyos desde los más diversos países del mundo islámico y las comunidades de raza negra. Más tarde se reconciliaría con las autoridades americanas y apoyó las campañas de varios candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, tanto demócratas como republicanos.

Básicamente, Ali ha seguido siempre su propio camino y aunque se acercó a varias organizaciones, grupos y movimientos, nunca se identificó por completo con ninguno de ellos. No le gustaba que nadie le dijera lo que tenía que hacer, ni siquiera sus entrenadores, que se las tenían que arreglar para sugerir indirectamente sus instrucciones sin que Ali se sintiera presionado. Como suele decirse, "no se casaba con nadie", a pesar de que ha contraído matrimonio cuatro veces. Pero sus tres divorcios son indicativos de sus dificultades para el compromiso profundo.

La relación de Muhammad Ali con el armónico 48 y sus aspectos asociados es algo más compleja que la que vimos en los dos casos anteriores. En la tabla V podemos ver que, en este caso, el mayor número de aspectos de la serie del 48 se encuentra en la carta heliocéntrica y también encontramos en esa misma carta el aspecto más cerrado de todos: un sextil de Saturno a la Tierra (orbe 0º 0') que, aunque es un aspecto propio del armónico 6, por su exactitud pertenece también a todas las series de aspectos múltiplos de 6, entre las que se encuentra la del 48.


Tabla V. Aspectos de la serie del 48 de Muhammad Ali

Los diez aspectos heliocéntricos de la serie del 48 pueden quedar en seis si no tenemos en cuenta los aspectos a la Luna. La Luna heliocéntrica se encuentra siempre a menos de 0º 10' de la Tierra, de manera que con un orbe de 0º 15' como el que estamos usando aquí para los aspectos del 48, la conjunción Tierra-Luna la encontraremos en todas las cartas. Algo que está en todas las cartas no da, en principio, ninguna información, pero la razón para incluir la Luna heliocéntrica en los armónicos del 48 es que, en el interior de este armónico, su distancia con la Tierra puede acercarse a los ocho grados, diferencia suficiente como para que la Luna pueda intervenir en alguna conjunción de la que no participe la Tierra.


Figura 6.  Carta natal geocéntrica (armónico 1) de Muhammad Ali
con aspectos de la serie del 48.

En la carta geocéntrica (figura 6) tres planetas se conectan entre sí por aspectos de la serie del 48: el Sol, la Luna y Plutón, de tal manera que Plutón queda aproximadamente en un punto medio entre el Sol y la Luna. Aunque en esta carta no hay tantos aspectos de la serie del 48 como había en los ejemplos anteriores, la participación de al menos una luminaria en cada uno de los que hay les da un relieve especial.


Figura 7. Armónico 48 geocéntrico de Muhammad Ali

En el armónico 48 de esta carta (figura 7) los tres planetas se reúnen en el signo de Escorpio, un signo que lleva las cosas al límite. Pero más importante que eso es aquí el hecho de que encontramos a Marte formando una cuadratura muy estrecha con la Luna (orbe 0º 03') y a Saturno formando dos cuadraturas también bastante cerradas con el Sol (orbe 0º 24') y con Plutón (orbe 0º 56'). Estas cuadraturas del armónico 98 nos avisan de que, en este caso, el sendero de dificultades se extiende aún más lejos. No se detiene en el armónico 48, sino que llega al menos hasta el 192 (48 x 4). Es decir, no estamos ante un 3 por 4 al cuadrado, sino ante un 3 por 4 al cubo (3 x 4 x 4 x 4).  Es el "más difícil todavía", la hazaña que ya muy pocos o tal vez nadie podrá emular.


Figura 8. Armónico 192 geocéntrico de Muhammad Ali


En el armónico 192 (figura 8) vemos al Sol estrechamente flanqueado por Saturno y Plutón y a la Luna en una conjunción muy cerrada con Marte (orbe 0º 10') de nuevo en Escorpio, cerca del mismo punto de reunión del armónico 48. Muhammad Ali tenía una forma muy peculiar de boxear. Pasaba la mayor parte del combate contra las cuerdas. Normalmente, "estar contra las cuerdas" significa "estar en dificultades, acorralado, a merced del adversario y cerca de la derrota". Ali, apoyado contra las cuerdas, cubría su rostro con los guantes, echaba la espalda hacia atrás para esquivar los golpes que podía y aguantaba el chaparrón de los golpes que no podía esquivar, manteniéndose firme y diciendo a sus rivales cosas como "¿eso es todo lo que sabes hacer?" o "no me estás haciendo ningún daño". La situación se repetía en un asalto tras otro, no porque sus rivales le empujasen contra las cuerdas, sino porque él mismo las buscaba, aparentemente para desgastarlos y desmoralizarlos con su demostración de resistencia. Esta posición defensiva (Saturno) y de resistencia o capacidad de supervivencia en situaciones límite (Plutón) que Ali mantenía durante gran parte de sus peleas es la manifestación del contacto Sol-Saturno-Plutón que en el armónico 48 se ve como una Cruz en T y en el 192 como una triple conjunción. Pero cuando el adversario, cansado de golpear y golpear sin resultado aparente, bajaba un momento la guardia, Ali aprovechaba para lanzar una rápida y contundente combinación de golpes que acababa con el rival en la lona. Aquí entraba en acción el contacto Luna-Marte y decidía la pelea a su favor. Es el 4 x 4 x 4 x 3, resistir, resistir y resistir, hasta que se presente la oportunidad.

La misma fórmula utilizó en sus tensas relaciones con las autoridades y con la opinión pública de los Estados Unidos. Resistió manteniendo su postura de objeción de conciencia (Saturno-Sol), a despecho de condenas, multas, críticas, inhabilitaciones, retirada de pasaporte y de trofeos, hasta que terminó siendo liberado de sus cargos, con sus títulos restituidos y una popularidad en alza, siendo invitado de honor en la Casa Blanca y estrechando la mano del presidente.

Sin embargo, los éxitos que eventualmente se consiguen por el camino de armónicos como el 48 o el 192, no son estrictamente comparables a una telenovela que, tras decenas o centenares de capítulos plagados de situaciones tensas, sufrimiento, desgracias e injusticias, acaba por fin resolviéndose todo felizmente en el último capítulo. Para estos armónicos no hay "final feliz", sino únicamente éxitos eventuales, paréntesis de logro y disfrute, seguidos siempre de nuevas dificultades. Las personas con estos armónicos fuertes no pueden acomodarse en una situación de descanso, siempre necesitan nuevos retos y si no los buscan activamente serán las dificultades las que le salgan al encuentro. Se ha dicho que el Parkinson es el alto precio que está pagando Ali por haberse sometido al severo castigo que conllevaba sus demostraciones de resistencia en el ring, aunque otros han dudado que entre ambas cosas exista una relación directa. Sea como sea, esta enfermedad le ha impedido disfrutar de un plácido retiro y le ha planteado nuevos retos: aprender a convivir con ella y promover organizaciones como el Muhammad Ali Parkinson Center, para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson.

En las tablas de aspectos de los diferentes ejemplos que hemos visto hasta ahora he omitido los aspectos cruzados entre un planeta geocéntrico y otro heliocéntrico, pero conviene recordar que en el armónico 48 y en todos los demás armónicos pares la posición del Sol y la de la Tierra son siempre la misma. Por tanto, todos los aspectos geocéntricos con el Sol serán también aspectos cruzados con la Tierra, y todos los aspectos heliocéntricos con la Tierra serán también aspectos cruzados con el Sol. Cuando el Sol forme parte de una red de aspectos de la serie del 48 en la carta geocéntrica y, al mismo tiempo, la Tierra forme parte de una red de aspectos de la serie del 48 en la carta heliocéntrica, ambos grupos de planetas se superpondrán, más o menos, en los mismos grados de las correspondientes cartas del armónico 48. Siempre hay algún grado de interacción entre una carta geocéntrica y otra heliocéntrica, pero esto es especialmente cierto e intenso cuando se da la circunstancia que acabamos de describir, tal como ocurre en el caso de Muhammad Ali. La figura 9 muestra la versión heliocéntrica del armónico 48, donde la Tierra aparece directamente en conjunción con Saturno y Plutón, reforzando la cualidad de defensa y resistencia ya observada en la versión geocéntrica, e incorpora además el concurso de Júpiter como una ayuda adicional para asegurar el éxito.


Figura 9. Armónico 48 heliocéntrico de Muhammad Ali


4. Una piedra en el camino de Michael Schumacher

Si Muhammad Ali es considerado el mejor boxeador de todos los tiempos, e incluso, en opinión de algunos, el deportista más importante del siglo XX, Michael Schumacher es, por su parte, el mejor piloto de la historia de la Fórmula 1. Ganador de siete campeonatos mundiales y de 91 carreras, es también el piloto con mejores registros en podios y número de puntos en las carreras que no ganó. En el cielo de su nacimiento había una buena provisión de aspectos de la serie del 48 (tabla VI), como suele suceder con aquellas personas que, por su espíritu de lucha, capacidad de trabajo, constancia, ambición y competitividad acaban logrando gestas nunca antes alcanzadas. Pero, como también suele suceder cuando los aspectos de la serie del 48 son numerosos y de orbes estrechos, esta historia de éxitos no ha tenido un final feliz. A finales de diciembre de 2013, Michael Schumacher topó con un obstáculo que no pudo superar. Un saliente rocoso se cruzó en su camino mientras se deslizaba por la nieve de una pista de esquí, provocando una caída estrepitosa que dio con su cabeza contra la roca. El golpe le produjo graves lesiones cerebrales y fue necesario mantenerle en coma inducido durante varios meses. En junio de 2014 se anunció que Michael Schumacher había salido del coma, pero sin recuperar el habla ni la movilidad, y aunque se ha iniciado un tratamiento de rehabilitación, en el mejor de los casos su recuperación de funciones será limitada.


Tabla VI. Aspectos de la serie del 48 de Michael Schumacher

Durante su carrera como piloto se caracterizó por una agresividad excesiva en las pistas, que le llevaba a realizar maniobras temerarias que ponían en riesgo a los otros pilotos, llegando incluso a chocar intencionadamente con algunos de ellos para dejarles sin opciones de puntuar. Por este motivo fue sancionado con la pérdida de los puntos del campeonato del mundo de 1997, cuando lo tenía casi ganado. Corría al límite del reglamento y, en ocasiones, un poco más allá. Por eso, en su camino hacia la supremacía deportiva, tuvo que afrontar algo más que la natural rivalidad en las pistas, ya que se vio implicado en numerosos conflictos con los comisarios de carrera y con los otros pilotos. En 1999 quedó sin opciones por un accidente en el circuito de Gran Bretaña, donde se fracturó una pierna. En 2006 anunció su retirada de la Fórmula 1, pero en lugar de disfrutar del plácido retiro que le permitía la considerable fortuna que había acumulado en premios y contratos, se dedicó a competir en carreras de motociclismo. Un armónico 48 fuerte no da tregua, necesita siempre nuevos retos, y le cuesta aceptar que su momento ya pasó. Por eso, Michael Schumacher decidió regresar a la Fórmula 1 en el año 2010, pero tras dos temporadas con resultados muy discretos al volante de un Mercedes-Benz, la escudería le sustituyó por Lewis Hamilton, y Schumacher decidió retirarse de manera definitiva.

En la carta geocéntrica del armónico 38 (figura 10) encontramos una muy estrecha conjunción de Marte con Plutón en Leo que procede de un aspecto propio de la serie del 48 de sólo 0º 01' de orbe. Probablemente, de este aspecto deriva buena parte de la acometividad y deseo de sobresalir y vencer a toda costa. Marte-Plutón es una lucha a muerte y esto se hizo trágicamente literal el 1 de mayo de 1994, cuando Schumacher marchaba en segundo lugar del Gran Premio de San Marino tratando de dar caza al monoplaza de Ayrton Senna, que avanzaba delante de él, y vio cómo éste se estrellaba contra el muro en una curva en el que sería, hasta ahora, el último accidente mortal de la Fórmula 1.


Figura 10. Armónico 48 geocéntrico de Michael Schumacher

Hay también una triple conjunción que deja al Sol entre Júpiter y Neptuno. Curiosamente, esta misma configuración la encontramos también en la carta del armónico 48 de Adolf Hitler. El significado habitual de esta combinación de planetas en una carta natural del primer armónico puede ser el de "grandes sueños", "elevados ideales" o "aspiraciones místicas", pero también "sueños de grandeza" o "delirios megalomaníacos", creerse un iluminado, el portador de un destino salvífico, el elegido para realizar una misión divina, para guiar a la humanidad hacia una nueva era. En el contexto de una carta del armónico 48, todo esto se convierte en algo así como "los denodados esfuerzos y sacrificios que hay que afrontar para avanzar hacia un ideal o realizar un gran sueño". En el caso de Michael Schumacher, su gran sueño fue sólo de alcance personal. Se propuso ser el más grande en una determinada modalidad de competición deportiva y además lo logró, pero la cosa no pasó de ahí. En el caso de Adolf Hitler, su ideario era de amplio alcance social e histórico, y se concretó en un libro que se convirtió en la primera y principal arma de propaganda del nacional-socialismo, cuyo título no puede ser más acorde con el espíritu del armónico 48: Mi lucha (Mein Kampf). Entre los lectores tardíos de este libro tenemos al controvertido campeón de ajedrez Bobby Fischer, que manifestó públicamente su admiración por Hitler y compartió con él su antisemitismo. El armónico 48 del cielo natal de Bobby Fischer es también muy notable, por lo que añadiremos su caso a nuestra colección.


5. La jugada más arriesgada de Bobby Fischer

Lo que Muhammad Ali representó para el boxeo y Michael Schumacher para el automovilismo de alta competición lo representó Bobby Fischer para el ajedrez. En palabras de Javier Cordero:
No son pocos los que aseguran que es el mejor jugador de la historia del ajedrez, aunque esto es algo realmente difícil de medir. Lo que está claro es que un talento como el suyo surge una vez cada muchas décadas... si es que llega a surgir. (Bobby Fischer, el Mozart del ajedrez)
Su determinación de hacer algo extraordinario fue firme y clara desde el principio. A los 12 años se niega a continuar asistiendo a la escuela, alegando que prefería ser el mejor del mundo en ajedrez que uno más entre muchos con cualquier carrera. Se prepara a conciencia estudiando a los grandes maestros del pasado y aprende ruso para poder leer los mejores libros sobre ajedrez. A los 14 años fue campeón de ajedrez de los Estados Unidos. Con solo 15 años obtiene el título de Gran Maestro, algo que nadie había logrado hasta entonces en tan poco tiempo. A los 29 años se proclamó campeón del mundo en un memorable duelo con Boris Spassky que galvanizó a los medios de comunicación de todo el mundo, acaparando una atención nunca antes vista en un torneo de ajedrez. Este triunfo significó el fin de la hegemonía soviética en este deporte, que duraba ya décadas. El enfrentamiento cargó, además, con un significado político simbólico, en plena guerra fría, que lo situó más allá del plano meramente deportivo. Gracias a Fischer, el ajedrez se puso de moda y aumentaron las compensaciones económicas para los profesionales de este deporte. 

Bobby Fischer se marcó un alto nivel de exigencia, pero no no fue menos exigente con los demás. Ponía muchas condiciones a los organizadores de los torneos para asegurar su participación y si alguna no se cumplía no acudía o se marchaba en mitad de una partida. Por esta razón no pudo revalidar su título de campeón del mundo cuando debió arriesgarlo ante Karpov. Se negó a jugar y Karpov le sucedió en el cetro sin mover una pieza. Después permaneció alejado de las competiciones durante mucho tiempo, hasta que en 1992 le ofrecieron jugar una reedición no oficial de su duelo con Spassky en Yugoslavia por una suma cercana a los tres millones y medio de dólares para el ganador. Pero en esos momentos Yugoslavia estaba siendo objeto de una serie de sanciones por parte de Naciones Unidas, que incluían la prohibición de actividades económicas. El gobierno de los Estados Unidos prohibió a Fischer jugar en Yugoslavia, pero durante una conferencia de prensa Fischer escupió sobre el documento que contenía la prohibición y se dispuso a realizar la jugada más arriesgada de su carrera: desafiar la autoridad de su propio gobierno, participar en el evento y ganarlo. Un hombre de su inteligencia tenía que saber que una afrenta como esa no le iba a salir gratis. Después de eso, en los Estados Unidos le esperaba la cárcel. Por eso, tras ganar a Spassky por segunda vez, decidió no regresar a su país. Tras doce años de destierro, cuando trataba de volar a Filipinas desde Japón, fue retenido en el aeropuerto porque su pasaporte estaba anulado, y Fischer quedó encarcelado en Japón. Los Estados Unidos se apresuraron a solicitar la extradición, pero Islandia le concedió asilo político y se le permitió trasladarse allí. Pasó en Islandia los tres últimos años de su vida, con sus cuentas bancarias bloqueadas, viviendo de la caridad de sus amigos, enfermo de insuficiencia renal y atormentado por la idea obsesiva de que los servicios secretos americanos enviarían agentes para atraparle o acabar con él. Cuando algún desconocido se acercaba a la casa, él corría a esconderse detrás de unas cortinas. Finalmente, murió de su enfermedad a los 64 años, en el año 2008.

Aparentemente, el ajedrez es algo más reposado y pacífico que el boxeo o las carreras; es un simple juego de mesa con el que podemos distraernos junto a la chimenea mientras aguardamos a que escampe una intensa nevada, en medio de una agradable conversación. Pero el ajedrez de competición es otra cosa. Se requiere una concentración absoluta, no turbada por ningún ruido ni conversación alguna, una evaluación constante de las posibilidades de desarrollo inherentes a la situación de las piezas sobre el tablero, que cambian con cada movimiento, una buena capacidad de anticipar y contrarrestar los planes del adversario, y todo ello sin perder de vista el reloj para no agotar el tiempo en cada turno. Cuando hay mucho en juego, se respira una tensión formidable en torno de un tablero de ajedrez y las heridas que una derrota puede causar al narcisismo del perdedor no son menos dolorosas que los golpes que dan con el cuerpo de un púgil en la lona. Junto con el boxeo, es uno de los pocos deportes en los que la contienda se dirime sobre una superficie cuadrada, lo que sugiere una relación con el aspecto astrológico denominado cuadratura. Además, este espacio cuadrado está dividido en 64 cuadrados menores (4 x 4 x 4), una cuadratura al cubo, donde se desarrolla un verdadero combate intelectual.

Desde un punto de vista psicológico, el ajedrez está teñido de connotaciones edípicas, porque, como todo el mundo sabe, el objetivo del juego es dar jaque mate al rey del adversario, es decir, "matar al padre". Es verdad que sobre el tablero hay dos reyes y dos reinas y que uno no trata de sacrificar su propio rey, sino de acorralar al rey del otro. Pero el psicoanálisis nos enseña que el niño desarrolla una ambivalencia afectiva hacia el padre: se le ama en cuanto nos protege y nos cuida, en cuanto "está de nuestro lado" y se le odia en cuanto nos castiga y nos prohíbe cosas, en cuanto "lo tenemos enfrente". Por eso, el propio rey representa el lado amoroso del padre, mientras que el rey del adversario representa su lado hostil. El juego consiste en acabar con la hostilidad del padre o en vengarse de ella.

Freud defendió la universalidad del complejo de Edipo, y puede que en eso, como en otras cosas, fuera demasiado lejos. Pero nunca se exagerará bastante la importancia de las relaciones del niño con sus padres o con los adultos que le cuiden en ausencia de aquellos durante los primeros meses y años de la vida. Para Bobby Fischer, la asimilación de una figura paterna tuvo que ser particularmente difícil. Hans-Gerhardt Fischer, que consta en su partida de nacimiento como su padre, parece ser que no era su padre biológico, pues no mantuvo contacto con su madre desde varios años antes del nacimiento de Bobby. De acuerdo con las investigaciones del FBI, su verdadero padre habria sido Paul Nemenyi, un físico húngaro judío que visitaba a su madre con frecuencia y costeó los estudios de Bobby. Paul Nemenyi también llevaba a veces a Bobby a pasear con él, pero no está claro si el chico sabía o no que se trataba de su verdadero padre. En cualquier caso, fue lo más cercano a una figura paterna que conoció, pero era una figura paterna distante, que tenía su hogar en otro sitio y no admitía públicamente su paternidad. Ya tomara por padre a uno o a otro, está claro que el chico debió sentirse abandonado o rechazado por su padre. Y el ajedrez le brindaba la oportunidad de vengarse simbólicamente de ese rechazo. Tal vez por eso puso tanta energía en el ajedrez, y tal vez por eso, una vez postrado el padre ante los ojos de todo el planeta en la figura del rey derrotado de Spassky, Fischer desapareció de la escena, bien porque considerase que la misión ya estaba cumplida o porque se dejase abrumar por un sentimiento de culpa inconsciente.

Cuando veinte años más tarde se le presenta la ocasión de revivirlo todo de nuevo, la situación ha adquirido unos tintes mucho más intensos y dramáticos y, en cierto modo, mucho más propicios para la realización simbólica de sus intenciones inconscientes. Ahora no sólo hay un rey de madera sobre un tablero al que acometer, ahora hay también una figura paterna de carne y hueso, encarnada por el presidente Bush, que le amonesta con prohibiciones y amenazas. El inconsciente ve su oportunidad y la aprovecha. Toma al padre de la nación como símbolo del padre ausente y le replica "¿Con qué autoridad me vas a prohibir tú nada después de haberme tenido abandonado y haberte avergonzado de mí? Pues ahora soy yo el que reniega y se avergüenza de ti." Y acto seguido, completa su venganza sobre el tablero. 

Este caso tiene bastantes puntos en común con los ejemplos examinados anteriormente de personas nacidas con un armónico 48 fuerte. Por ejemplo, la voluntad de hacer algo extraordinario, la decisión de no regatear esfuerzos para conseguir el objetivo, los notables resultados alcanzados realmente, el regreso al campo de batalla algún tiempo después de haber anunciado la retirada, y una situación desdichada aguardando al final del camino o en alguna parte de él. Podemos añadir los problemas con las normas y con las autoridades, la inestabilidad de las relaciones de pareja (Fischer fue saltando de unas relaciones a otras, sin llegar a comprometerse, hasta que se decidió a proponerle matrimonio a Miyoko Watai desde la cárcel de Japón), la incapacidad de integrarse por completo en una colectividad mayor y de identificarse con sus ideales y propósitos, fruto de un fuerte individualismo que les lleva a hacer la guerra por su cuenta. Y también la necesidad compulsiva de crear más complicaciones de las estrictamente necesarias para el logro de los objetivos o la fatalidad de atraerlas.


Figura 11. Armónico 48 geocéntrico de Bobby Fischer

El armónico 48 geocéntrico de Bobby Fischer (figura 11) contiene una conjunción muy estrecha de Júpiter con Venus, otra no menos estrecha de Marte con Urano, acompañados ambos de Neptuno, y otra de Mercurio con Plutón. Como podemos comprobar consultando la tabla VII, la conjunción de Júpiter con Venus en el armónico 48 procede de una cuadratura exacta (orbe 0º 0') en la carta natal natural. Esto quiere decir que Júpiter y Venus aparecerán en conjunción en el armónico 4 y en todos sus múltiplos. El grupo Marte-Urano-Neptuno procede de un Gran Trígono muy cerrado (orbes de 0º 0' y 0º 04'), que se muestra como conjunción en el armónico 3 y en todos los múltiplos de 3 por debajo de 180. Por último, la conjunción Mercurio-Plutón del armónico 48 procede de un aspecto de 157,5 que se muestra como conjunción en el armónico 16 y en todos sus múltiplos por debajo de 120. El mínimo común múltiplo de 3, 4 y 16 es 48, lo que implica que el armónico 48 será el primero en el que las conjunciones de estos siete planetas aparezcan al mismo tiempo. Esto es lo que le da a este armónico una importancia especial, a pesar de que la carta natal natural no contiene ningún aspecto propio de la serie del 48 en su versión geocéntrica. 


Tabla VII. Aspectos de la serie del 48 de Bobby Fischer

La versión heliocéntrica, sin embargo, sí que contiene aspectos propios de la serie del 48, que no por ser heliocéntricos son menos activos. El armónico 48 heliocéntrico presenta una triple conjunción Neptuno-Mercurio-Marte que hace a la mente muy activa e intuitiva. La distancia entre Marte y Mercurio en la carta natal heliocéntrica es de 7º 26', lo cual queda a sólo 0º 04' del primer aspecto propio de la serie del 48. Aunque esa distancia queda también dentro del orbe de una conjunción, ésta no es una conjunción como las demás. Sabemos que una conjunción "normal" de Marte con Mercurio combina la energía y las cualidades combativas de Marte  con la inteligencia y las habilidades comunicativas de Mercurio. El ajedrez es una batalla de la inteligencia, y, por tanto, una salida perfectamente natural para un aspecto como éste. Sin embargo, la persona nacida con una  conjunción "normal" de Marte con Mercurio puede contentarse con jugar al ajedrez con los amigos o discutir con ellos sobre fútbol en un bar. Pero si la conjunción es de siete grados y medio, entonces no le bastará con eso. Necesitará hacer algo extraordinario, participar en un torneo y ganarlo, discutir a lo grande en un debate televisado o en un parlamento, desafiar a personas con autoridad y lanzar provocaciones de alto riesgo. La conjunción de siete grados y medio resulta, pues, mucho más beligerante, determinada, ambiciosa, arriesgada y enérgica que otras conjunciones de orbe más estrecho, en contra de lo que estamos acostumbrados a esperar. Y el uso que Bobby Fischer hizo de esta conjunción + aspecto propio del 48 en forma de continuas críticas a la política de los Estados Unidos y altivas provocaciones, le colocó en la posición tan delicada que ya conocemos. La participación de Neptuno, también vinculado con Mercurio por un aspecto propio de la serie del 48, aviva su imaginación, pero también alimenta sus procesos paranoicos, obsesiones y manías persecutorias. 


6. Mark David Chapman, el camino equivocado hacia la gloria

La combinación de una ambición desmedida con una absoluta falta de talento no suele conducir a nada bueno. Cuando falta la habilidad para construir algo grande y, a pesar de eso, uno no se conforma con ser uno de tantos, queda la alternativa de destruir algo grande. Destruir es mucho más fácil que construir y está realmente al alcance de cualquiera que se decida a hacerlo. Los dioses homéricos eran respetados, entre otras cosas, por su enorme poder de destrucción y los héroes presumían de haber dado muerte a centenares de enemigos. Su gesta era tanto más celebrada cuanto más formidable fuera el enemigo abatido, como un Héctor a manos de un Aquiles. Quizá por estas razones, Mark David Chapman, un oscuro vigilante nocturno sin historia, imaginó que podría cubrirse de gloria dando muerte a una persona importante. Escogió a John Lennon y tomándolo totalmente desprevenido le disparó cinco veces por la espalda.

En el fondo, esto no es más que una variante salvaje y macabra de la costumbre de hacerse fotos junto a los famosos con la que algunas personas anónimas intentan compensar su invisibilidad social. Otro recurso es coleccionar autógrafos y, de hecho, pocas horas antes de matarlo, Chapman pidió a Lennon que le firmara uno. Amablemente, John atendió el requerimiento y escribió su nombre sobre la cubierta del álbum que Chapman llevaba consigo. Pero, como veremos enseguida, el armónico 48 del cielo del nacimiento de Chapman era muy poderoso. Cuando esto es así, uno no se conforma con cualquier cosa, no es suficiente un autógrafo ordinario, es preciso uno muy especial, uno que no lo tenga nadie más, uno que no se haya firmado nunca antes. Y Chapman encontró la manera de obtener el autógrafo firmado con sangre del que se hablaría en todo el planeta y que ligaría para siempre en la mente de todos su nombre con el de la emblemática estrella de los Beatles. 


Tabla VIII. Aspectos de la serie del 48 de Mark David Chapman

La tabla VIII nos muestra los 17 aspectos de la serie del 48 por debajo de los 0º 15' de orbe que había en el nacimiento de Mark David Chapman, seis de los cuales son geocéntricos y once heliocéntricos. Cualquiera de las dos cartas, la geocéntrica o la heliocéntrica (figuras 12 y 13), sería por sí sola un buen ejemplo de armónico 48 fuerte. Ambas están ligadas, además, por el hecho de que la Tierra forma parte del grupo de planetas que integran la configuración de aspectos del 48 en la carta heliocéntrica, de tal manera que todos estos planetas se vinculan también al Sol geocéntrico, que ocupa siempre el mismo lugar que la Tierra en los armónicos pares.


Figura 12. Armónico 48 geocéntrico de Mark David Chapman

En la carta geocéntrica del armónico 48, Plutón, Urano y Júpiter se aglutinan en un espacio de menos de un grado y medio cerca de la cúspide de la casa octava. No olvidemos que un grado del armónico 48 es 48 veces más pequeño que un grado normal, por lo que los correspondientes aspectos en la carta natural (tabla VIII) no superan el orbe de 0º 01'. Las luminarias (Sol y Luna) también se conectan entre sí y con Venus en Escorpio y casa XII. La necesidad de obtener fama a través de una acción extraordinaria, propia del armónico 48, se enfoca en este caso en signos y casas relacionados con la muerte y la conspiración. La casa 12 aloja también todo el stellium de la carta heliocéntrica del mismo armónico. Aunque la acción en sí no tuvo nada de notable, la repercusión mediática estaba garantizada por la relevancia de la víctima. De ese modo, un acto criminal cobarde y traidor, por la espalda y contra una víctima desprevenida y desarmada, como tantos otros que se producen en los barrios marginales de cualquier ciudad importante, aseguró la celebridad que el asesino buscaba. Pero el final infeliz que suele acompañar a las personas nacidas con un armónico 48 muy marcado tomó en este caso la forma de cadena perpetua. En la última tentativa de obtener la libertad condicional, que se produjo hace solo unos días (septiembre, 2014), el propio Chapman calificó su actuación como "el camino equivocado hacia la gloria". 


Figura 13. Armónico 48 heliocéntrico de Mark David Chapman


Otra persona que tomó ese mismo camino y que también tiene notables configuraciones del armónico 48 es Anders Behring Breivik, que asesinó a 77 personas en Noruega en 2011. De este caso me he ocupado por extenso en otro lugar (La matanza de la isla de Utoya contada de otra manera). Baste aquí reseñar que también el armónico 48 de Breivik contiene la misma conjunción de Sol-Luna-Venus en casa XII con la que nació Chapman, a la que en el caso de Breivik se añade Júpiter y otra heliocéntrica muy exacta de Saturno con Plutón. La casa XII es la de las prisiones y tanto Chapman como Breivik han sido condenados a las penas más prolongadas contempladas por las legislaciones de sus respectivos países. También en esto el armónico 48 les ha llevado a un punto más allá del cual nadie puede llegar.


7. Chernóbil, el peor accidente nuclear de la historia

Hasta aquí he utilizado solamente cartas natales de personas y he tratado de descifrar la acción del armónico 48 y sus aspectos asociados en términos de motivaciones psicológicas. La astrología, sin embargo, también se interesa por las cartas astrales de los momentos en que se producen acontecimientos importantes, y estas cartas también tienen un armónico 48 y aspectos de la serie correspondiente. En acontecimientos tales como un terremoto o una inundación por lluvias torrenciales es imposible atribuir la responsabilidad del suceso a ningún ser humano en particular, por lo que estaría fuera de lugar intentar hacer una interpretación psicológica de las cartas correspondientes. En otros acontecimientos, como el accidente nuclear de Chernóbil del que nos vamos a ocupar aquí, sí que se pueden señalar responsabilidades personales, porque fue una cadena de errores humanos la que acabó produciendo el desastre. Pero no tenemos los nombres ni las fechas de nacimiento de las personas que tomaron las decisiones equivocadas, que fueron muchas, antes, durante y después del accidente, y contribuyeron, cada una a su modo, a amplificar la magnitud del desastre. Lo único que podemos hacer es examinar las condiciones astrales que se daban en el momento mismo del acontecimiento, para ver si apreciamos en ellas alguna configuración excepcionalmente peligrosa que refleje en los cielos lo que estaba pasando en la Tierra. 

Y lo que estaba pasando en la Tierra no era una cuestión menor. Un experimento mal calculado que, además, violaba las normas de seguridad, dejó la central nuclear de Chernóbil fuera de control. Se produjo una grave explosión que rompió el techo y proyectó hasta más de mil metros de altura una ingente cantidad de materiales radiactivos, entre 200 y 500 veces superior al de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Una parte de la central se incendió y murieron en el acto, por radiación directa, algunos de los bomberos que intentaron apagar el fuego. Pero los muertos que se fueron acumulando poco a poco por efecto de la radiación se cuentan por millares. Después de 28 años, la zona sigue siendo inhabitable y aunque la central se cerró, la situación nunca se controló del todo. Permanece bajo un sarcófago protector que el tiempo ha deteriorado y amenaza con una nueva explosión aún más grave que podría hacer inviable la vida en toda Europa. Clasificado como de nivel 7, constituye el accidente nuclear más grave de la historia.

Marcar un hito en la historia es uno de los objetivos que conscientemente se plantean algunas de las personas nacidas bajo potentes constelaciones de aspectos de la serie del 48. En algunos casos, como vimos en el apartado anterior, se escoge el camino equivocado hacia la gloria, y el hito se marca sólo en la historia negra de la humanidad. El accidente de Chernóbil es un hito en la historia negra de los desastres causados por la tecnología fuera de control. Pero en ningún caso podemos pensar que se tratara de algo intencionado. Salvo que creamos en duendes o en espíritus demoníacos capaces de posesionarse de la voluntad de las personas para obligarlas a ocasionar deliberadamente un desastre del que ellas mismas serán las primeras víctimas, debemos enfocar de otra manera el hecho de que hubiera un armónico 48 muy notable en el momento en que se produjo la terrible explosión en uno de los reactores de la central de Chernóbil.

Nuestro punto de partida para investigar la naturaleza del armónico 48 fue la constatación de que 48 es igual a 4 al cuadrado multiplicado por 3 y estos números se asocian con los aspectos de cuadratura y trígono respectivamente. De acuerdo con esto, podemos esperar que los acontecimientos que se produzcan bajo constelaciones importantes de aspectos de la serie del 48 se caractericen por la presencia de una gran cantidad de tensiones, obstáculos, complicaciones, dificultades, contrariedades y esfuerzos, acompañados de una cantidad menor de circunstancias afortunadas. En el accidente de Chernóbil se vivieron momentos de extrema tensión e incertidumbre, se presentaba una complicación detrás de otra, cada intento de solucionar un problema generaba otro mayor, hasta que todo saltó por los aires y ya no hubo mucho más que hacer. Es difícil encontrar nada afortunado en medio de tanto desastre, aunque fueron muchas las personas que tuvieron un comportamiento heróico, exponiéndose a altas dosis de radiación en sus esfuerzos por controlar la situación mediante incursiones por túneles para apagar el incendio y evitar una segunda explosión, mediante aproximaciones por aire para arrojar arena, plomo y otros materiales que ayudaran a enfriar el reactor, o subiendo al techo para tareas de desescombro de materiales radiactivos. 

Desde un punto de vista puramente físico, lo que sucedió fue que se produjo un aumento de la presión en el espacio de un reactor, debido a un sobrecalentamiento, que hizo que todo estallara. La expresión "aumento de la presión" la utilizan muchos astrólogos en sentido figurado para describir lo que ocurre cuando a una cuadratura se le suma otra. La situación se vuelve cada vez más tensa y puede quedar enquistada en un callejón sin salida, a menos que un aspecto liberador —por ejemplo, un trígono— proporcione una válvula de escape. Toda la presión acumulada en el reactor encontró una salida a través del techo en una aparatosa explosión que, sin obviar sus terribles consecuencias, no dejó de ser espectacular. Uno de los testigos que la presenciaron se atrevió a calificarla de "hermosa", por el increíble juego de luces y colores que se elevó verticalmente hasta una altura inconcebible. Algo se liberó, se exhibió y se expandió, y aquí es donde interviene la parte del tres o del trígono, aunque para nosotros, como seres humanos afectados sólo negativamente por los efectos de esta liberación, sea imposible concebir esto como una circunstancia afortunada. Pero si los átomos de los materiales encerrados en el reactor tuvieran conciencia, hubieran vivido la explosión como el gran alivio de una tensión insoportable, como la liberación de una situación de abuso y explotación por parte de los humanos, como la exitosa autoafirmación y exhibición del poder intrínseco de la materia, como una fiesta jubilosa de venganza triunfal.


Tabla IX. Aspectos de la serie del 48 del accidente de Chernóbil 

La carta geocéntrica del momento de la explosión sólo contiene dos aspectos propios de la serie del 48 por debajo de los 15 minutos de orbe (tabla IX), pero si ampliamos el orbe en sólo un minuto más los aspectos serán cuatro y si lo extendemos hasta medio grado o un poco más tendremos seis o siete que son los que se han dibujado en la carta de la figura 14. Recuérdese que la decisión de acotar el orbe a los 15 minutos de arco fue sólo una estrategia para seleccionar aquellas cartas que contuvieran los aspectos más intensos de la serie del 48. Medio grado de orbe es algo perfectamente aceptable,  o incluso un poco más para los aspectos en los que intervienen el Sol o la Luna.


Figura 14.  Carta geocéntrica del accidente de Chernóbil
con aspectos de la serie del 48.


El aspecto más cerrado de esta serie es el de Neptuno con Marte, que están a una distancia de 7,5 grados (orbe 0º 05'), y refleja bien el enorme caos generado por la sucesión de decisiones erróneas, despistes y accidentes en cadena. Ambos planetas se vinculan por aspectos de la serie del 48 con una oposición del Sol con Plutón, que es como una lucha entre la luz y la oscuridad, entre la vida y la muerte, entre poderes manifiestos que tratan de mantener a raya a las fuerzas tenebrosas y poderes ocultos que pugnan por manifestarse. En esta lucha, la ventaja era para Plutón, porque estaba en Escorpio, signo en el que tiene su máxima fuerza, según la opinión de muchos astrólogos modernos. El reino de Plutón es el mundo subterráneo, el que se encuentra más cerca del núcleo de la Tierra, y a nivel atómico es el propio núcleo de los átomos, del que se extrae la energía nuclear que en aquella noche de abril se rebeló abandonando sus lugares bajos y oscuros y proyectándose hacia lo alto del cielo en una explosión de luz y de color. En ese momento, Urano, que también tiene una cualidad explosiva, acababa de aparecer sobre el horizonte oriental de Chernóbil. Ligado a Júpiter por un aspecto propio de la serie del 48, puede representar un cambio repentino y espectacular que da salida a una gran tensión acumulada.

A pesar de todo lo dicho, no se puede presentar esta carta geocéntrica como un ejemplo de armónico 48 fuerte, porque los aspectos de esta serie que se mantienen dentro de un orbe estrecho son pocos y la distribución general de los planetas es más bien dispersa. Además, la oposición de Plutón con el Sol se repite cada año y Urano se coloca todos los días sobre el horizonte oriental de Chernóbil durante unos cinco minutos. Aunque la carta presenta aspectos consistentes con el suceso, no explica de ninguna manera la magnitud del mismo. Para encontrar algo verdaderamente excepcional que justifique la inclusión de este accidente entre los ejemplos ilustrativos de fuertes cartas del armónico 48, tenemos que acudir a la carta heliocéntrica (figura 15). 


Figura 15.  Carta heliocéntrica del accidente de Chernóbil

La configuración heliocéntrica es muy poderosa, porque casi todos los planetas están ligados entre sí por aspectos con orbes muy cerrados. La conjunción Tierra-Luna-Plutón es el correlato heliocéntrico necesario de la oposición geocéntrica Sol-Plutón que ya hemos comentado. No puede darse un aspecto sin el otro, pero es la conjunción heliocéntrica la que participa de mayor número de aspectos, con orbes más cerrados y con planetas más peligrosos. 

Debido a la estrechez de los orbes, son muchos los armónicos activados con fuerza por esta configuración. Uno de ellos será el armónico 3, porque la carta original contiene un Gran Trígono formado por cinco planetas y los trígonos aparecen como conjunciones en el tercer armónico; pero también porque la conjunción original de Saturno con Marte está en semisextil cerrado con Tierra-Luna-Plutón. Como los semisextiles evolucionan hacia cuadraturas en el tercer armónico, el resultado es que entre Marte-Saturno y el grupo de cinco planetas en el que se incluye Plutón se forman ocho cuadraturas. Otro armónico fuerte será el 4, porque la carta original contiene cuadraturas cerradas de Marte y de Saturno con Júpiter y semicuadraturas cerradas de Urano con Tierra-Luna-Plutón. Estos aspectos evolucionan hacia conjunciones y oposiciones respectivamente en el cuarto armónico, tal como se aprecia en la figura 16. Se forman también aquí nueve trígonos de orbe estrecho entre Marte-Júpiter-Saturno y Tierra-Luna-Plutón. Es especialmente interesante comprobar que el grupo Marte-Júpiter-Saturno se sitúa dentro del armónico 4 en los grados 20-21 de Sagitario, entrando así en resonancia con las posiciones naturales de Urano y del ascendente. El grupo queda justo en medio de las dos posiciones naturales de Urano, la heliocéntrica (19º 49' de Sagitario) y la geocéntrica (22º 01' de Sagitario) y estos son los grados que ascendieron por el horizonte oriental de Chernóbil en los minutos inmediatamente anteriores a la explosión del reactor, mientras se cometía la cadena de despropósitos que condujo al desastre.


Figura 16.  Armónico 4 heliocéntrico del accidente de Chernóbil


Las ocho cuadraturas del tercer armónico y los nueve trígonos del cuarto armónico se transformarán en conjunciones en el armónico 12, porque, tal como quedó explicado más arriba, este armónico recoge las cuadraturas de los trígonos y los trígonos de las cuadraturas. La fuerza del armónico 12 heliocéntrico era descomunal aquella noche, porque reunía a casi todos los planetas cerca del grado 5 de Géminis, en torno al punto opuesto a la conjunción natural de Saturno y Marte en 5 de Sagitario. Pero la última vuelta de tuerca, la que proyecta el accidente hacia dimensiones históricas, es ajustada por el armónico 48, que es el 4 del 12, el de las cuadraturas de las cuadraturas de los trígonos, el que rompe el equilibrio entre facilidades y dificultades en favor de estas últimas, el que prohíbe un final feliz. En el armónico 48 heliocéntrico (figura 17) el núcleo de la agrupación planetaria del armónico 12 se traslada hacia el grado 19 de Sagitario, el de la posición natural de Urano, cargando a este planeta por vías de resonancia inter-armónica con una gran tensión adicional sobre la ya acumulada desde el cuarto armónico. Y todo ello en los grados que acababan de ascender sobre el horizonte de Chernóbil.


Figura 17.  Armónico 48 heliocéntrico del accidente de Chernóbil


¿En qué son menores los aspectos menores?

Tal vez, a pesar de todo lo que llevamos expuesto, se esté usted preguntando: ¿Debemos tomarnos realmente en serio aspectos tan minúsculos como los múltiplos de 7,5 grados, cuyos orbes se miden en minutos de arco?, ¿no es algo demasiado insignificante como para atribuirle efectos apreciables?

Addey ya respondió a esta pregunta en los siguientes términos:
Muchos estudiantes son llevados a engaño por el término 'menor' con el que se califica a estos aspectos y piensan que son de poca importancia en la interpretación de la carta. Creo que eso es un gran error; se les puede otorgar confiadamente plena relevancia en la interpretación asegurándose de que los orbes permitidos se reduzcan en proporción al tamaño del ángulo. En estos términos tales aspectos son tan frecuentes y tan significativos como los llamados 'aspectos mayores'.
(John Addey, Harmonics in Astrology, cp.14, Nueva luz sobre los aspectos)
Puede que uno o dos aspectos de esta serie en una carta natal puedan ser obviados sin que la interpretación general se resienta de un modo importante, pero cuando se acumulan muchos de ellos o los orbes son bastante estrechos la persona nacida con esa carta hará cosas que no podrán comprenderse sin mirar su armónico 48. Este armónico, según creo, nos ha dado la clave de por qué Aron Ralston fue el primero en subir los 53 picos de más de 14000 pies de altura de las montañas del Colorado durante la temporada de invierno y después de haber perdido un brazo; de por qué Michel Gauquelin fue el primero en alcanzar resultados estadísticamente significativos y metodológicamente impecables en investigaciones sobre astrología y el único, hasta ahora, cuyos trabajos sobre una materia tan controvertida han sido publicados y discutidos en revistas científicas de prestigio internacional, como Scientific American (Investigación y Ciencia); de por qué  Muhammad Ali llegó a ser el mejor boxeador de la historia,  Michael Schumacher el mejor piloto de carreras de la historia y Bobby Fischer el mejor jugador de ajedrez de la historia; de por qué Mark David Chapman y Anders Behring Breivik cometieron atrocidades que conmocionaron a millones de personas en todo el mundo; de por qué el accidente nuclear de Chernóbil se complicó de tal modo que llegó a ser el peor de la historia. Si todo esto le parecen efectos menores puede ahorrarse la molestia de incorporar la familia de aspectos de la serie del 48 a su trabajo con cartas astrales, pero si no es así, tal vez quiera acompañarme en una última reflexión.

Si estos aspectos de la serie del 48 que, en el mejor de los casos, algún astrólogo condescendiente accedería a incluir en la lista de los aspectos menores, no son menores por sus efectos —y parece que no lo son— ¿en qué son menores? 

Ciertamente el aspecto básico de esta serie tiene un número de grados menor que cualquiera de los aspectos llamados mayores, con excepción de la conjunción, y también tiene un orbe mucho menor que cualquiera de ellos, porque se deriva de una división del círculo en porciones más pequeñas.

En la Teoría de Armónicos, los aspectos se asimilan a patrones de ondas que vibran en el plano de la eclíptica o en algún otro círculo de referencia. La relación que la Teoría de Armónicos establece entre los aspectos y los patrones de ondas es, por ahora, bastante especulativa, aunque cuenta con el apoyo empírico de los descubrimientos de Nelson sobre la relación entre los aspectos heliocéntricos y las interferencias en las ondas de radio. El hecho de que Nelson observara que para que se diera una perturbación ionosférica importante debía estar presente al menos un aspecto de la serie del 48, del 32 o del 20 acompañando a las tradicionales cuadraturas y oposiciones, parece indicar que son estos "aspectos menores" los que aportan la energía suplementaria capaz de desestabilizar el sistema de transmisiones de radio de onda corta. Como los orbes de estos aspectos menores son mucho más pequeños actúan por tránsito durante mucho menos tiempo, pero por eso mismo son ellos los que marcan los momentos más peligrosos cuando se integran en el juego de una configuración tensa tradicional. Tenemos que estar abiertos a la posibilidad de que los micro-aspectos puedan llegar a ser muy poderosos, al menos cuando se acumulan o se añaden a otras configuraciones, y los ejemplos estudiados más arriba dan apoyo observacional a esa posibilidad. El poder de las cosas pequeñas puede llegar a ser inmenso. Diminutos gérmenes, bacterias o virus pueden acabar con un elefante. ¿Qué hay más pequeño que una partícula subatómica?, ¿y qué hay más potente que la energía nuclear que se extrae de ellas? Haremos bien en no juzgar los aspectos por su tamaño. Por sus frutos los conoceréis.

© 2014, Julián García Vara



Armónico 48: el "más difícil todavía"